Prisión de Korydallos, Atenas.
Después de llevar a cabo un almuerzo junto a Saga, Shura y los inspectores, Kanon se había visto obligado a acudir al centro penitenciario dónde permanecían recluidos Thane y Valentine a esperas de la celebración del juicio. La única opción para llegar hacia allí no había sido otra que el bus urbano, trayecto del cuál le recordó que acudir a algún concesionario como mínimo para avistar precios de coches, era otra tarea primordial a cumplir. El suyo definitivamente estaba pasando a mejor vida, y usar la moto de Rhadamanthys sería una misión más imposible que conseguir prestado el vehículo de Saga de tanto en tanto.
No fue un recorrido agradable. Los rostros de todas las personas que ocupaban los asientos alrededor del elegido por él parecían cortados por el mismo patrón de la tristeza, la paciencia agotada y la ilusión marchita. Sus verdes ojos se fijaron en una fiambrera que descansaba sobre el regazo de una mujer bastante mayor, la cuál estaba cuidadosamente envuelta en una bolsa de plástico arrugada y mil veces reutilizada. Fuera lo que fuera que llevase ahí dentro, no lo podría entrar. Así eran las normas, y así debía saberlas esa anciana apagada, aunque la esperanza de entregar algún pedazo de tarta, pastel o galletas a algún ser amado más allá de la ética, la justicia y la moral, aún palpitaban en el temblor que recorría unas cansadas manos.
Casi todos los usuarios de esa línea de bus descendieron en la misma parada, y Kanon se apresuró a conseguir una ventajoso adelanto gracias a las largas zancadas de sus piernas. No quería ver cómo una chica muy joven, que se había estado acicalando el cabello y maquillando justo antes de bajar, seguramente se preparaba para acceder a un pactado bis a bis. No deseaba ser testigo de cómo le advertían a la anciana que debía dejar el pastel antes de acceder a la visita, sabiendo de sobras que sería comido por los funcionarios de ese turno de tarde premiado con una tierna y jugosa merienda gratis. Ni quería imaginarse a Saga en las carnes de un hombre que rondaba su propia edad, el cuál había escuchado suspirar repetidas veces mientras se mentalizaba para afrontar la derrota de un amigo, pariente, hermano...alguien que seguro luciría una edad similar, que soportaba las consecuencias de sus errores sobre los hombros, y que esperaría saber que fuera de ese decadente y roñoso edificio alguien le aguardaba como si jamás se hubiera caído de bruces gracias a la gentileza de un bache aparecido ante sus miedos y necesidades mal comprendidas y peor manejadas.
Por supuesto que la inmensa mayoría de los internos de la prisión eran culpables de algo. Pero este triste hecho no restaba valor a las visitas que algunos pocos afortunados recibían, perdonándoles las malas decisiones propuestas por la vida.
Su condición de abogado le otorgó un acceso rápido que solo demoró el protocolo que le obligaba a pasar el control de objetos peligrosos y a dejar su móvil en temporal custodia. El despacho que le asignaron para mantener la reunión con su cliente era pequeño y destilaba un rancio olor a humedad que se incrustaría sin ningún tipo de decoro en toda su piel y sentidos, pero era mejor éso que tratar de hilvanar una charla a través de una gruesa ventana.
El funcionario que le había dirigido hacia allí desapareció en busca de Thane Sifakis. No fue más que un breve lapsus de tiempo en el que Kanon tomó asiento en una silla de plástico viejo que no le convenció, alzándose para catar la posadera de la otra silla, que no se auguraba más cómoda que la primera catada. También era la primera vez que acudía a entrevistarse con Thane él solo, y no se sentía a gusto. En absoluto. Justo en ese momento de eterna espera, Kanon comenzó a echar en falta la compañía de su colega Marin...su saber hacer, su saber estar...la dulce voz que conseguía tranquilizarle incluso a él mismo, aunque le costara horrores reconocerlo. Pero Marin no estaba, y él lo había decidido así. Sabía que esos días eran jornadas de vacaciones y cándida ilusión para su hijo, y ya comenzaba a ser la hora que él se pusiera a prueba sin el cálido respaldo de nadie.
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Duelo Legal IV: Justos por Pecadores
FanfictionCuarta parte de la serie "Duelo Legal"