19. Lazos que unen corazones

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Saga se desahogó en la intemperie que ofrecía la modesta entrada del hotel. Ni él ni Shaka fueron partícipes del frío que les abrazaba. Sencillamente no lo notaban con la intensidad que sí navegaban a través de un sin fin de emociones que el Fiscal General decidió no reprimir. Hacía un tiempo que había comenzado a darse cuenta que su ajetreada vida profesional necesitaba un cambio de actitud; el infarto sufrido y superado le había alertado de ello con una claridad inexcusable, pero ser testigo de la verdad que su tío Defteros había guardado durante tantos años le empujó a asumir por completo que por mucho que admirara a su padre Aspros, en algo no deseaba ser como él.

El mayor de los gemelos no estaba en disposición de destruir su vida, ni mucho menos, la de los que a su lado seguían. No...no iba a ser como su adorado padre. Y la razón de ello estaba sentada justo a su lado, ofreciéndole una paciencia y comprensión infinitas, un amor que el Fiscal aún dudaba si realmente se merecía.

- Si...si lo que nos ha confiado mi tío es verdad, no deseo emular sus errores, Shaka...- Balbuceó, sintiéndose más sosegado y calmado una vez se hubo superado el violento asalto de emociones que habían arrollado su interior.

- No tienes porque torturarte así...

- Pero es que quizás sin saberlo, sin darme cuenta, ya comencé a hacerlo meses atrás. Y me arrepiento de ello, ni te imaginas cuánto...- Insistió Saga, buscando la atenta mirada de su joven amante.- Prioricé mi trabajo, te dejé de lado...Ni siquiera me acordé de tu último cumpleaños_

- Estas nimiedades no importan.- Se apresuró a intervenir Shaka, temeroso de llegar a un punto en las reflexiones que le incomodaba rozar aunque fuera únicamente de pensamiento.

- ¡Por supuesto que importan! - Saga seguía estando preso en un episodio nervioso que aún demoraría en ir recuperando la sobriedad, tal y como lo delataba la exaltación que gobernaba retazos de su voz.- Te he culpado y condenado en exceso por tu fortuito desliz, cuando fui yo quién te empujó directamente a ello...

- Saga, por favor, superemos este desgraciado bache de una vez...- Rogó Shaka, desviando su mirada ante la repentina vergüenza y el sin fin de reproches que seguía sintiendo hacia sí mismo.

- ¡Es lo que intento hacer! - Exclamó el Fiscal, posando una mano sobre el decaído hombro del hindú.- En su momento solo comprendí el dolor que sintió mi padre una vez. Ahora comprendo el tuyo, el vacío que yo te ofrecí, y el que te mostró otros caminos que quizás prometían llenarlo como no podían hacer mis ausencias, mis excusas, mis rechazos...Mi enfermiza adicción al trabajo...

- No obré bien, Saga. No tengo excusa para ello.- Musitó Shaka todavía con la mirada focalizada lejos del profundo verde de los ojos de Saga, deseando poder zanjar ese tema de una vez.

- Pero a diferencia de ellos lo reconociste...Me lo confesaste...

- Tardé demasiado.

- Y yo te castigué. Te ultrajé. Deseé destruirte, tal y como hizo mi padre con ellos...Y tampoco siento que merezca perdón para ésto...

- ¡Ya basta, por favor! - Exclamó Shaka, forzándose a restaurar su contacto visual.- Cometimos errores tremendos los dos, es cierto. Pero también aprendimos de ellos, pasamos página, recomenzamos otra vez.

- ¿Y no te arrepientes de haberlo hecho?

- ¡Por supuesto que no!

- ¿Sabes Shaka? A veces me pregunto qué hubiera sido de nuestra relación si el infarto no se hubiera cruzado en el camino...- Insistió Saga, con los ojos aguados otra vez. Con la voz débil y cansada, tanto como su ánimo y corazón.

Duelo Legal IV: Justos por PecadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora