32. ¿Y mi asistente dónde está?

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Shura no llegaba.

Ya pasaban bastantes minutos de la hora pactada, y Saga comenzaba a impacientarse. No era habitual que el abogado español se demorara en ninguna de sus citas, y menos aún en las que se entrometía la delicada justicia. Si en algo destacaba el asistente más eficaz de la Fiscalía era en su puntualidad, y no ver ningún indicio de su presencia, ni en los juzgados ni en las inmediaciones de ello, comenzó a preocupar de verdad al mayor de los gemelos citados ante el tribunal.

Saga alzó el brazo izquierdo con gestos decididos, y lo estiró enérgicamente para despejar el reloj que le adornaba la muñeca. El minutero tan sólo había avanzado un par de minutos más, pero la siempre sobria y elegante presencia de su asistente seguía sin llegar. Ni en su coche personal, del cuál no había rastro, ni en ninguno de los taxis que hacían su parada frente al edificio de Justicia, ni siquiera vislumbrando la posibilidad de descubrirle llegando a pie.

Nada...Shura no llegaba, y la impaciencia de Saga pronto se transformó en algo parecido a la preocupación.

Sin dudar, se hizo con el móvil y buscó el contacto de su amigo y asistente después de comprobar con rapidez que no había ni llamadas, ni mensajes y ni mísero y escueto whatsapp de su parte. El modo silencio seguía activado, detalle que no le impidió establecer contacto con un dispositivo al cuál una mecánica y femenina voz decretaba como apagado o fuera de cobertura.

- Por favor, Shura...¿Qué pasa contigo? ¿Dónde narices te has metido? - Masculló Saga a media voz, haciendo el intento de contactar otra vez, aún a sabiendas que le respondería la misma voz enlatada.- ¡Vamos! ¡Pon en marcha el maldito chisme!

La siguiente decisión fue llamar directamente al teléfono fijo de su domicilio, pero la respuesta fue casi la misma; la consecución interminable de largos tonos que desembocaron hacia la grave voz del español, únicamente para advertir que el mensaje de rigor podría ser dejado después de la aguda señal.

- ¡Joder Shura! ¡¿Qué ocurre?! - Exclamó, acuchillando a su smart phone con la mirada, como si éste tuviera dentro de sí un arsenal de respuestas que no deseara compartir.

- ¿Qué ocurre contigo, Saga? - Inquirió Kanon, que se había acercado a él fingiendo bastante bien unos aires relajados que en realidad no sentía.

El humo inhalado de la última calada fue expulsado a través de sus labios, y la fresca brisa invernal no dudó en arrastralo lejos de ambos. La colilla fue despedida directamente hacia el suelo, y la misma ventisca se ocupó de hacerla bajar algunos escalones, regalándole de paso el total descapullado del extremo todavía prendido y la completa extinción de las reminiscencias de su fuego.

- Shura se está demorando...- Informó Saga con voz grave y la mirada concentrada hacia todos los ángulos de llegada que disponía la calle.

- Déjale tiempo, todavía es pronto.- Kanon intentó tranquilizarle basándose en una realidad, ya que el juicio todavía no se iniciaba, y de paso llenándose la boca con dos grageas de chicle mentolado, que también fue ofrecido a su hermano Fiscal después de llamarle la atención con un comedido codazo y mostrarle el contenido asentado en su mano.

Saga echó una mirada de reojo a la inesperada oferta, negó con la cabeza y volvió a virar su verde mirada hacia el movimiento automovilístico de la calle, fijándose en la cantidad de periodistas y curiosos que se iban congregando a la entrada.- Shura siempre es puntual.- Dijo con gravedad, poniendo especial énfasis en el adverbio.

- Llámale.

- Ya lo he hecho.

- ¿Y qué dice?

- Nada.

Duelo Legal IV: Justos por PecadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora