¡Saludos a todos los que hasta aquí lleguéis! Recuerdo que mis conocimientos jurídicos son nulos, y aunque algún tipo de información he buscado, todo sigue siendo producto de mi imaginación y es más que probable que no concuerde con la realidad. Pero esta es una historia para entretener, y espero que el objetivo se cumpla con este nuevo capítulo.
¡Gracias por vuestra lectura!
A todos los lectores, gracias por mantener esta historia con vida :).
Prisión de Korydallos
Kanon había llegado temprano. Para Thane, esa mañana estaba llamada a ser el inicio de una nueva vida, y no deseaba dejarle solo a la hora de afrontar los primeros momentos posteriores al desatasco del impasse en el que Thanatos había estado atrapado.
El abogado defensor apenas había sido consciente de la celeridad que, sobretodo en los últimos días, habían adquirido todos los giros dados en un caso perdido para él desde su inicio. Era innegable que estaba feliz por el nuevo porvenir que por fin se le presentaba a Thane, pero en absoluto lo estaba consigo mismo. Había demostrado que seguía siendo un inepto de la abogacía y que, como siempre, acababa dejando la solución de sus problemas judiciales en manos del que realmente sabía, sentía y amaba la profesión heredada de su padre...
Saga.
Desde la anulación del segundo juicio él no había hecho otra cosa que lamentarse en hermético silencio, cabrearse con el Wyvern por tonterías y sumirse en un estado de enfado constante que comenzaba a precipitarle de nuevo hacia caminos que creía haber dejado olvidados meses atrás. La única diferencia, y el detalle que le salvaría de repetir su propia mala historia, residía en el hecho de que como mínimo era consciente de ello, y aún a tiempo de dar prioridad a lo que realmente importaba en su vida: Rhadamanthys, su familia, sus amigos y apoyar a Thanatos en lo que le quedara por hacer para él.
Razones suficientes por las que esa mañana no abandonó su casa hasta haber hecho las enésimas paces de la semana con el Wyvern. "Tenme paciencia..." le había rogado, sintiéndose a la esquina de toda esperanza. Y Rhadamanthys había suspirado casi rendido, agotado de estar sorteando todas las señales que le trasladaban diez años atrás, observándole con dolor... "Ya te la tengo, pero no es infinita...Acepta las cosas como son y deja de echarte las culpas de todo. Si no lo haces, ni tú ni yo podremos intentar ser felices..."
El inglés tenía razón. Y aunque le jodiera soberanamente reconocérselo, debía aceptar muchas cosas. Al fin y al cabo, lo que era primordial esa mañana no eran sus luchas internas, sino prestar apoyo absoluto a aquél que estaba llamado a salir de prisión si Saga procedía con la seguridad y eficiencia que casi siempre le habían caracterizado.
Había pedido reunirse con su defendido en una sala con televisión; su idea era presenciar los acontecimientos de la mañana a través de los medios de comunicación, y hacerlo junto a Thane. Dos cafés solos habían sido extraídos de la máquina emplazada al final del pasillo, y los acompañaban un par de croissanes de chocolate que Kanon había comprado antes de tomar el bus que le acercaría al centro penitenciario. No sabía porque narices se había rendido a ese extraño impulso que le demandaba comprar bollería y cafés, y no quiso buscarle ninguna razón. Tal vez porque las cosas pequeñas y sencillas no necesitan de justificación para existir.
Thanatos llegó esposado, como era de esperar, pero el celador le quitó los grilletes antes de desaparecer tras la puerta que les conferiría cierta intimidad. Su aspecto no era el de un hombre feliz, pero tampoco había rencor ni reproches en su mirada. Únicamente se leía en ellos un cansancio que venía de muy lejos, y una estoica resignación que rompía a Kanon por dentro.