47. La calidez de los Pirineos
Mismo día del ingreso en prisión de Hypnos
Torla, pueblo de la provincia de Huesca en Aragón, España
Un par de troncos de leña se unieron a los que ya hacía rato que estaban ardiendo en la chimenea, calentando toda la casa gracias a un sistema de calefacción que aprovechaba el calor del hogar para alimentar los radiadores dispuestos en varios puntos de la vivienda. Con las pinzas, Shura acomodó los troncos y varias chispas ascendieron en un baile anárquico hasta consumirse entre las hipnóticas llamas.
El parqué de madera crujió bajo los pasos que le regresaron al lado de Phansy, sentada sobre una esponjosa manta estirada en el mismo suelo, cerca de la chimenea. Dos copas de vino tinto con sello de la tierra amenizaban ese apacible atardecer de invierno, donde las horas parecían dilatarse y se dejaban seducir por el agradable aroma de los Pirineos.
Shura vestía un estilo muy informal, para nada habitual en él, que casaba perfectamente con el entorno que le abrigaba. Una camisa de algodón cepillado a cuadros oscuros y unos pantalones de senderismo que aún le iban bien y que habían sido rescatados de la casa de sus padres. El cabello seguía mostrándose revuelto, pero el acurado afeitado que siempre le caracterizaba había dejado paso a una incipiente barba de dos días que le dotaba de otro tipo de atractivo, más rural...más salvaje...más humano. Los pies habían decidido ir completamente desnudos al pasearse por casa, saboreando el placer que suponía pisar suelo de cálida madera.
Phansy lucía unos leggins deportivos color violeta y un grueso jersey de lana de cuello vuelto, con jaspeado rosado. Los pies los cubrían calcetines aptos para ir sin calzado y su rostro estaba vestido por una serenidad y transparencia que ambos estaban descubriendo juntos. La carencia a absoluta de maquillaje curiosamente resaltaba más la belleza de sus finas facciones, enmarcadas con la caída libre de sus rubios bucles, libres también de cualquier intento de sujeción.
Shura se sentó a su lado, adoptando una posición relajada gracias a la cercanía del sofá, la base del cuál actuaba de respaldo, y tomó la copa a medio llenar para darle un lento y dedicado sorbo, todo bajo la embelesada mirada de la joven psicóloga.
- Cómo había echado de menos tomar un buen Enate* tinto...- Alzó la copa, haciendo girar con delicadeza su contenido y fijando su rasgada mirada en el intenso color de sangre que poseía el vino de sus caprichos.
- ¿Y por qué no te lo haces mandar a Atenas? - Phansy también dio otro pequeño sorbo, humedeciéndose los labios con gesto inconsciente una vez la copa se apartó de ellos.
- Hay cosas que sólo se pueden apreciar intensamente en su lugar...Aunque el contenido sea el mismo, es el entorno que las acompaña el que intensifica o difumina su disfrute.
Phansy dejó la copa sobre la baja mesa que habían apartado a su lado y se acurrucó un poco más junto a Shura, dejando descansar la cabeza sobre su hombro mientras su dorada mirada se perdía en el incesante baile de las llamas. Con ternura rodeó el brazo del abogado y lo iba acariciando sin saberlo, sintiéndose segura, arropada y amada como jamás antes le había sucedido.
- Tus padres han sido muy amables al recibirme. Son encantadores...- Susurró, dejándose embriagar por una dulce modorra, fruto del intenso trajín de los últimos días, que culminó con ese inesperado viaje a España.
Días atrás Saga había sido tajante: "Sal de Atenas. Llévate a Phansy lejos de aquí por unos días. Hace mucho que no visitas a tu familia...¿no crees que va siendo hora que les hagas una visita a tus padres? Y de paso les presentas a la belleza de novia que, contra todas tus estúpidas promesas de soltería eterna que te hiciste en un mal día, ha conseguido enamorarte. Iros unos días...los aires de tu Huesca natal reviven cualquier alma herida."
ESTÁS LEYENDO
Duelo Legal IV: Justos por Pecadores
Hayran KurguCuarta parte de la serie "Duelo Legal"