28.

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La habitación.


El bar.


El auditorio apenas despejándose.


Los alrededores.


Nada.


No podía encontrarlo.


Totalmente desaliñado. Con los cabellos revueltos por la brisa. La camisa fuera del pantalón. El saco sobre su mano; arrugado y estrujado. A pesar del frío que amenazaba los restos de la madrugada él sentía un calor apabullante en el que tuvo que abrirse los primeros botones de la camiseta para sentirse menos claustrofóbico. Nada tenía de presentable con ese aspecto.


De hecho, parecía más bien un tanto desquiciado.


En cierto momento la mente se le iluminó. Volvió a mover sus agotados pies para llegar hacia la zona de fumadores que frecuentaba cuando se trataba de sus conflictos mentales.


Se encontró con un par de conocidos. Éstos le saludaron. Pero Hyukjae cada vez estaba más desesperado. No tenía tiempo de cortesías. No tenía tiempo para nada porque en su cabeza únicamente figuraba el rostro de un hombre al que jamás volvería a ver.


Fracasó.


Cansado. Algo sudoroso. Frustrado. Se dejó arrastrar a ciegas mientras miraba el suelo. Si no pudo dar con él en los sitios que frecuentaban, ¿cómo podría buscarlo? El navío era tan grande. Con tantos lugares por visitar. Le llevaría toda la noche. Lo guiaría a la conclusión de la locura.


Sus cabellos desordenados le cubrían la mitad del rostro. Se pegó una mano a la frente. Jadeó repentinamente con una debilidad que no le acontecía desde niño. Cuando aquella vez se rompió su caja musical construida por las propias manos de su abuelo.


Era tan agobiante que se tuvo que aferrar una mano al pecho para estrujar la tela que le cubría el torso.


Tan lejano todo.


Tan difícil de ser reconstruido.


Quizá los amores pasajeros así eran. Marcan para siempre. Y nunca terminas de entenderlos. Quien dijo que un amor de verano era dulce y tan cálido como sol de mediodía estaba totalmente equivocado.


Resignado, Hyukjae levantó la cabeza para ubicarse. Sólo entonces se dio cuenta de dónde estaba.


El mismo sitio en el que vio a DongHae hablando con el otro tipo. ¿Ese podría catalogarse como el primer encuentro formal entre ambos? Aunque en circunstancias tan absurdas que su amarga risa salió en segundos.


Dio un paso más. Trató de volver a ese día. Trató de entender algo en esa conversación y las muchas otras que pudo escuchar de quienes, inicialmente, eran un par de desconocidos para él.

Adagio [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora