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***Advertencia: si eres sensible con lecturas para adulto te recomiendo que evites este capítulo. Cabe aclarar que esto es mera ficción y entretenimiento. Fácilmente puedes decidir si continuar o no. Pero es bajo tu responsabilidad.***


No hubo ni un solo atisbo de debilidades luego de ese día.


El llanto extraño de DongHae se esfumó al menos durante el tiempo en el que Hyukjae estuvo con él compartiendo una misma cama. El cambio era bastante extraño. Tal vez se debiera a que sabía disimularlo perfectamente. También quizá estuviera relacionado con sus ganas de olvidarse de todo evitando pensar de más en su futuro. O simplemente podía deberse a que el hecho de estar con aquel pelinegro le ayudaba a no recordar situaciones inusuales.


Todo era una posibilidad.


Aunque, ciertamente, no hubo necesidad de hablar del tema.


DongHae sabía bien cómo evitar que Hyuk se cuestionara de más al estar juntos. Por eso no dudaba en hacerle ver cuáles eran sus intenciones apenas lo escuchaba entrar a la habitación.


El asunto es que sus aventuras empezaban a evolucionar.


Se desconocían a sí mismos.


Se apartaban de sus límites. Y juntos cruzaban las líneas de lo que nunca hubieran refutado por cuenta propia.


Prueba de ello el hecho de que Hyukjae hubiese accedido a perseguirlo hasta donde el rubio le citó.


El estudiante aún llevaba entre sus manos aquella pequeña tarjeta con las instrucciones.


¿Sería eso lo más parecido a agregarle picor a la situación?


Porque cuando lo encontró en el club nocturno bailando solo entre la gente para perderse y confundirse con los cuerpos de extraños, Hyukjae entendió que Hae estaba jugando. Con todo descaro. Con total intención.


Lo provocaba de frente con espectadores que no sabían lo mucho que ese par se provocaba lujuriosamente.


No dudó en seguirlo. Por cada que Hae retrocedía para bailar mientras intencionadamente se acariciaba ciertas zonas que entumecían las extremidades del universitario, él sentía que el camino se volvía más y más largo.


Qué ganas de estirar la mano para sostenerlo entre manos, pies y cabezas agitándose al son de la música.


Qué ganas de estrujarle el trasero metido entre aquellos jeans que, llámese o no un fetiche, le quedaban de puta madre al rubio. Ese probablemente era el mayor de los deleites. El hecho de verlo despreocupadamente vestido. Como si estuvieran al mismo nivel. Sin pretenciosos trajes. Sin corbatas molestas. Sólo dos chicos mirándose entre las luces del antro y dirigiéndose al mismo lugar del que quizá no saldrían por buen rato.


DongHae fue el primero en ingresar al baño.


Adagio [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora