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El cuerpo desnudo de cierto sujeto yacía a lo largo de la cama cubierto nada más por una sábana que justo atravesaba su parte baja. La tela en sí no ayudaba lo suficiente por la postura tan extraña de dicha persona. Una pierna ligeramente doblada y el brazo del mismo lado extendido fuera del colchón.

Cabellos oscuros y azulados revueltos por la almohada entre remolinos desbaratados.

El delicioso pecho adornado por marcas rojizas que se extendían rumbo a la línea del bello púbico que proyectaba su abdomen.

Era la imagen ideal para describir el aspecto de un sujeto bien follado.

Pero que, a pesar de todo, no tenía suficiente aún. Lo delataba el bulto bajo la blanca sábana. Era de esperarse. Por eso, sabiendo que no estaba satisfecho a pesar de la algarabía nocturna, Lee Hyukjae estiró una de sus manos para palpar el cuerpo de su pareja.

El sexo mañanero no era cosa de juego.

Y mientras más oportunidades tuviera de disfrutar de él más provecho le sacaría. Además, lo jodidamente bueno que se veía su rubio novio al recién despertar lo invitaba a pecar hasta lo último porque sabía que todos sus anhelos serían bien recibidos.

Tentó la almohada. Nada. Tocó el centro del colchón. Tampoco. Intentó llegar lo más lejos. Ni un rastro.

Entonces sí, Hyuk abrió uno solo de sus ojos.

Y conforme iba recuperando consciencia notó que el ambiente era diferente de otros días. Para empezar, DongHae no dormía a su lado. Y, por otro lado, el olor a panecillos y mantequilla le hizo adivinar el porqué.

No hubo más remedio que salir de la cama entre bostezos de fatiga. Se estiró un par de veces. Las extremidades le dolían después de tremenda noche. Pero era un malestar pasable que él bien sabía se quitaría cuando empezara su rutina o, como solía ser siempre, cuando se fuera sobre DongHae nuevamente.

Enterró una de las manos en su cabello alborotado. Los recuerdos le vinieron de repente por lo que buscó en ese mismo sitio el obsequio que provocó que tuviera la mejor noche de todas. Al ver el anillo adornando su dedo anular se encontró con una debilidad en sus ojos que fácilmente podría revelar el nombre de quien lo puso con esa cara tonta desde temprano.

Acarició el accesorio entre sus dedos.

Pensó en lo bien que se sentía no sólo llevarlo puesto, sino ver a DongHae desnudo utilizando únicamente esa bella y minimalista joya. Tenía razón. El modelo de los anillos combinaría preciosamente con cualquier cosa. Como, por ejemplo, ellos unidos nada más por el puente de su hombría que como imán buscaba inmediatamente la estrechez de su rubio caliente.

Hyukaje suspiró dejando que su cabeza cayera para observar el techo.

Mierda.

Qué bien se sentía compartir su vida con Lee DongHae.

Así pues, se vistió "presentable" para trasladarse a la planta baja. Desde las escaleras vio el movimiento que Hae hacía en la sartén para lo que sea que cocinaba. Intentó no hacer ruido. Tuvo éxito. Lo abrazó por detrás y no esperó para besarle la mejilla con un chasquido que provocó la risa juguetona del chef.

—Huele delicioso —le dijo al oído.

Aunque apenas llegó al perímetro del rubio olvidó que el olor de la comida hizo gruñir su estómago ya que de momento lo único que ansiaba era olfatearle el cuello.

Hae se veía fresco. Olía fresco. Ya más que listo para iniciar el día. Duchado. Bien arreglado. Y con otros detalles que por poco hacen ver a Hyuk como un pordiosero.

Adagio [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora