Adagio [EunHae]

72.

***Advertencia: si eres sensible con lecturas para adulto te recomiendo que evites este capítulo. Cabe aclarar que esto es mera ficción y entretenimiento. Fácilmente puedes decidir si continuar o no. Pero es bajo tu responsabilidad.***

Residuos de espuma descendían por los costados de sus hombros. Debido al grosor del jabón que se ceñía al resto de su anatomía era prácticamente imposible gozar de una perspectiva en la que los detalles de su silueta fueran libremente apreciados por el otro.

Hyukjae cedió a la imaginación. Así, a medida que su mano recorría el cuerpo de DongHae en la mente trazaba las formas y bultos que tocaba a su paso por debajo del agua jabonosa de la bañera.

Sus ojos, por otro lado, se asían al reflejo de la ventana desde donde conseguía la valoración total de una cara inexpresiva de la que más de una vez percibió suspiros alargados y tenues como los de alguien que está a un paso de perder la consciencia.

DongHae parecía somnoliento.

Sólo faltaba una pisca de descaro para dejarse llevar sin importarle qué tanto se enfriaba el baño mientras él estuviera dentro disfrutando de la siesta. A pesar de las posibles molestias que resultaran de su contacto con el agua helada.

La habitación despedía un tierno aroma a jazmines. De vez en cuando una que otra burbuja se desprendía del cuerpo de DongHae o de la superficie de la tina para deambular sin rumbo hasta reventar en silencio.

Hyukjae desvió su atención del cristal que los resguardaba. Miró la nuca mojada del hombre al que le lavó el cabello previamente y a quien ahora le limpiaba la fisionomía con tanta consagración como la que pocas veces ponía en sí mismo al ducharse.

El pretexto era bien recibido por ambos. Cualquier cosa que les diera la oportunidad de palparse y de saberse cerca el uno del otro se recibía con la dicha y discreción que ambos pudieran manipular en sus mañosos encuentros.

En esos momentos no sabían bien por qué, sin embargo, ambos se sentían tímidos.

A pesar de la familiaridad de sus cuerpos. A pesar de conocer sus trucos y artimañas en la intimidad. Era como haber reiniciado luego de un largo proceso de desequilibrio y duda.

—Estás muy callado —.

La voz de Hyuk hizo eco sobre las esquinas del baño. DongHae se tensó por una fracción de segundos. Su reacción no pasó desapercibida por el universitario que intencionadamente dejó de usar el estropajo con el que tallaba ciertas superficies del rubio.