—¿Cuándo preparaste todo esto? —.
—Hace unos días. Pensaba contarte para que organizáramos juntos lo que ocuparíamos. Pero ya ves. Hubo cambio de planes cuando supe que vendrías a Jeju. Decidí dejarlo como sorpresa —.
Hyukjae sacó el equipaje de ambos. La única mochila en ruedas que llevaban contenía los accesorios, ropa y productos necesarios para su estadía. Al pelinegro no dejaba de sorprenderle la facilidad con la que DongHae se movía por las carreteras de la pequeña isla. Sabía los atajos y las velocidades que necesitaba para transportarse sin necesidad de una herramienta que lo condujera. Si acaso en algunas ocasiones cedía a titubear como si su mente estuviera reconociendo los senderos que el auto pisaba. Aunque la autoconfianza era demasiado grande como para deducir que el violinista era un turista recurrente por esos rumbos.
Lo más impactante fue el cambio de perspectivas conforme se alejaban de la zona concurrida. Aun si ya estaban a oscuras Hyukjae vio claramente cómo los hoteles lujosos y las cabañas recién construidas a los alrededores de la playa desaparecían para verse sustituidas por casas de roca gruesa, grotesca y ligeramente desproporcionada. La mayoría separadas entre una y otra por grandes muros que seguramente resguardaban patios extensos.
DongHae contó que había rentado un auto y le dio detalles sobre la elección de la ropa que escogió para el tiempo que pretendía pasar ahí con él. Sin que Hyukjae le dijera si estaba de acuerdo o no el rubio asumió que éste accedería a que se quedaran unos días apartados de todo y de todos. Jeju se postulaba como la mejor opción para los tantos planes que el músico fantaseaba con el estudiante:
El primero, mostrarle el sitio más importante en su vida.
En segundo, abrirse completamente para contarle a Hyuk cada detalle de sí mismo donde ya no cupieran huecos ni vacíos que les trajeran problemas a futuro.
En tercero, disfrutar del anonimato sin que una mirada pudiese juzgarlos.
DongHae conservaba innumerables deseos de aprovecharse mutuamente como pareja real. Sin esconderse. Sin temer. Sin huir. Simplemente ellos con la libertad suficiente para, por lo menos, tomarse las manos a plena luz del día.
Las sorpresas no se detuvieron en ningún momento. Pues en cuanto DongHae los introdujo con el auto en el patio cercado de una casa algo alejada de las otras, casi en lo alto de una de las montañas de la isla, Hyuk empezó a preguntarse sobre los posibles costos del hostal y qué tipo de interior se encontraría en lo que parecía ser una casa tradicional coreana construida con materiales más firmes de los acostumbrados. La piedra se posicionaba como el factor dominante. Su peculiar característica eran los tonos grisáceos que variaban según la decoración del exterior.
Y mientras el rubio se encargaba de cerrar el portón por donde llegaron Hyukjae extraía el equipaje además de dar un vistazo meticuloso en el sitio que sería su alojamiento.
Aquello se dividía en tres zonas. Dos construcciones (que más bien parecían 'casas') en cada extremo y la más grande en el centro que colindaba con el patio donde estaban estacionados y que, además, tenía espacio suficiente para un pozo al centro del lugar, así como una plataforma de madera donde seguramente se podría descansar, comer e incluso dormir a la luz de la luna dada la extensión y resistencia de la madera.

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Adagio [EunHae]
Fiksyen PeminatLee Hyukjae no sabía cuánto necesitaba el caos que Lee DongHae le traería a su vida. Pero estaba listo para escuchar aquel canto atormentado que se ocultó durante tanto tiempo. Aún si a él mismo le hería...