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Olía a panecillos recién horneados. O probablemente eran galletas de mantequilla. También se distinguía una cierta fragancia a chocolate por lo que, estaba casi seguro, quizá se encontraría con las rosadas mejillas de Logan manchadas de evidencia achocolatada que querría esconder a toda costa con tal de eximirse de la culpa por robar las grageas para la decoración.


Inicialmente DongHae se detuvo en el filo de la puerta tratando de concentrar mejor su oído para saber con qué presencia debía lidiar apenas entrara a la cocina. Sin embargo, considerando la calidez emanada de una esencia que acariciaba sus fosas nasales supo que, al menos en esos momentos, no habría discusiones de por medio. Esa era una de las pocas cosas que agradecía de su relación con Emma. Jamás permitían que Logan fuera partícipe de sus asuntos. Las discusiones eran inevitables muchas veces, pero hacerlas menos obvias para el pequeño pelirrojo formaba parte de un acuerdo implícito que quedó trazado desde que el niño llegó a sus vidas.


Fin de semana por fin. Por mucho que tuviera esperanzas de que fuera Olivia a quien se encontrara en la cocina acompañando a su hijo era evidente que su suerte no estaba del todo favorable en ese día. La voz de Emma fue suficiente para hacerlo tomar aire tres veces seguidas. Como procesando lo que estaba por enfrentar y que, por supuesto, era más difícil que en otras ocasiones. ¿Cómo ver la cara de la persona a la que se le ha pedido el divorcio sin dar ni una sola oportunidad a arrepentimientos o segundas oportunidades?


Lentamente, cerró la puerta de la entrada para no hacer ruido. Cargaba su chaqueta en una mano, portaba la camisa desabotonada y los cabellos ligeramente alborotados. Arrastraba los pies no sólo para pasar desapercibido y así evitar interrupción a la sesión de repostería que se llevaba a cabo en la cocina. Sino porque la cadera le dolía en los costados. Y ni hablar de los muslos. Más al momento de sentarse; debía hacer un esfuerzo tremendo para soportar el dolor muscular. Estando a bordo del barco no recordaba haberse agobiado por padecimientos corporales a raíz del sexo. A pesar de lo rudo que Hyukjae se volvía cada vez que lo tenía desnudo en la cama.


Estaba desacostumbrado. Se notaba muchísimo. Aunque no era algo que le incomodara. De hecho, pensó en la posibilidad de recuperar el tiempo perdido. ¿A las cuántas posiciones sus extremidades dejarían de resentir el desgaste físico? Es decir, sin ardores o punzadas. Debían ser muchas ocasiones. DongHae realmente esperaba que lo fueran. Y, más que eso, que no tuviera impedimento alguno al antojarse de una noche con Lee Hyukjae.


Esto hablando en términos completamente lascivos y carnales. Porque también estaba la otra parte de sus necesidades. Esas que se reafirmaron durante la mañana cuando despertó teniéndolo a su lado. Nunca pensó que un amanecer pudiera resultar tan dulce como el de ese día. Hyukjae era la respuesta. El recipiente de miel que no sabía que necesitaba en un platillo rancio y desequilibrado que reflejaba su vida misma.


Se dejó llevar por los restos de aromas esparcidos por la sala. Apenas asomó la mitad del cuerpo se encontró con un cuadro dulce y sedoso. Tan cálido como para arrancarle una sonrisa y hacerle olvidarse por varios segundos de los problemas y conflictos que cargaba sobre la espalda.


Emma se encontraba detrás de Logan quien fue astutamente subido a una de las sillas del comedor. Ella tomaba los trozos de masa para darles forma de una bolita. A Logan le correspondía alinearlas según la ubicación del papel para hornear que marcaba puntitos donde debía ser colocada la mezcla de ingredientes. Apenas terminaban con una bandeja Emma se giraba para llevarlas al interior del horno. Posteriormente seguían rellenando el resto de charolas en el mesón.

Adagio [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora