Prólogo

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Lucy Montenegro

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Lucy Montenegro

—¿Pero cuál es la necesidad de irte casi que dos semanas a Monte Carlo solo con tus amigas? ¿Acaso me vas a ser infiel y por eso no quieres que vaya?

En estos momentos estaba discutiendo de nuevo con mi novio, Michael, simplemente porque deseaba irme de vacaciones con mis mejores amigas.

Puede que esta pelea no fuera tan tonta como las otras, pero realmente comenzaba a cansarme que cada mínima cosa que sucediera él encontrará una manera de volverlo una discusión.

Y para ser sincera no fui criada para tener que soportar a nadie, sino que me soportarán a mí.

Siempre había sido la hija preferida de mi papi, la que más consentía, y en estos momentos estaba siendo yo la que pagaba absolutamente todo lo que vivía de niña y la que debía buscar la manera de siempre mantener feliz a mi novio y así no se enojase.

Esto definitivamente no era para mí, pero el problema es que necesitaba mantener una relación formal con alguien por los negocios de mi padre que era socio del padre de Michael.

En un principio no lo quería en absoluto, ya que sentía que me quitaba mi libertad y poder experimentar, pero luego de un tiempo le fui agarrando cariño y ahora podía decir que sí lo quería muchísimo.

Pero no lo amaba...

Y ese era un problema muy grande.

—Cariño, ya te lo he explicado — le hablé con la voz más tierna que pude a la vez que lo abrazaba e intentaba tranquilizarlo —. Iremos para celebrar que hemos cerrado el pénsum y aprovecharemos estar allá para ir a la carrera que tanto hemos querido ir, sabes que  desde hace mucho tiempo lo hemos planeado juntas.

No era la primera vez que iba a Mónaco y menos a una carrera de la fórmula uno, pero si iría a ser la primera en ir con mis dos mejores amigas, Livvie y Amélie, a quienes conocí cuando entré a la universidad.

—Aparte, ya nos has comprado las entradas para estar a los costados del paddock y cerca de la hospitalidad de Ferrari— comencé a llenarle la espalda de besos, dejando marcas de mi labial en su camisa.

—Pero si vas debes prometerme algo — volteo su cuerpo hacia mí y ahora los dos estábamos cara a cara.

—Dime.

Si era obediente con lo que quiera él al menos podría ir al viaje.

—No pasará nada que afecte nuestra relación en ese viaje — tomó mis manos y las entrelazó junto a las suyas.

No era algo que pudiera prometer al cien por ciento porque a pesar de que lo quisiera ese viaje para mí significaba también libertad y durante este seguramente no iba a pensar.

—Te lo prometo.

Pero claramente no lo cumplí.

Y el problema no fue que no lo hiciera, sino con quien lo había hecho y todas las consecuencias que me habían traído. 

 

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Infidèles | Formula 1 ▪️ Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora