(20) Seijaku

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Charles Leclerc

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Charles Leclerc

— Joder Charles, te amo. — hablo con desesperación y acerco sus manos a mi rostro para besarme.

El beso comenzó a subir de nivel, pero sabía que las cosas eran distintas ahora.

Y ese "te amo" lo sentí con otro tono...

— Lucy — dije entre un suspiro. — Debemos parar.

Seguido a esto me mordió el labio, dándome más que una señal para callarme.

Maldición, nunca me había succionado los labios de esa manera.

Se subió a mis piernas y puso sus glúteos encima de mi ingle, todavía besándome con fuerza. La música se escuchaba en los altavoces, poniendo ambiente a la situación, pero mis oídos ni siquiera prestaron atención a que canción sonada, ya que estaba completamente distraído por la colombiana.

Había una tensión demasiado fuerte...

Y yo no traía condones.

Mi polla se estaba poniendo muy dura y Lucy lo sintió, pues gimió en medio del beso.

Sin embargo, no podíamos volver a hacerlo sin protección; por lo que, la tome de la cintura y la coloque de nuevo en el asiento de copiloto.

— ¿Qué pasa? — hizo puchero.

— Dijimos que no lo volveríamos a hacer.

— Lo sé, pero realmente te necesito y quiero agradecerte lo que hiciste por mí. — se acerco de nuevo a mis labios y yo no pude evitar no besarla.

Era demasiado adictiva.

La manera en la que me besaba era muy distinta a como usualmente lo hacía.

— No sabía que ahora te gustaba morder — interrumpí el beso.

Ella solo asintio con una risa nerviosa y volvió a besarme.

No sé en que momento recostó su asiento, por lo que me toco estirarme más a mi para llegar a sus labios. Baje los besos a su cuello y de nuevo gimió, volviéndome completamente loco. De a poco fui bajando mis labios al escote de su vestido y ella se saco uno de sus pechos sin pensarlo, dejándome besarlo y succionar su pezón. Probablemente, había dejado marcas, pero me daba igual.

Mi mano se metió entre su vestido y encima de su lencería la toque, dándome cuenta de que estaba más que húmeda. Ella se retorció en mi mano y succiono otra vez mi labio inferior. Nuestras lenguas danzaban, pero sus mordidas me hacían perder la cabeza y ponerme aún más duro.

Ella bajo sus manos de mi cabello y las dirigió a mi cincho, intentando quitarlo, pero lo hacía el lado contrario y de lo desesperada que estaba me frotaba por encima. Cuando me di cuenta de aquello, la ayude a quitarme el cinturón y ella metió su mano para encontrar mi polla.

Infidèles | Formula 1 ▪️ Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora