CAPITULO 27

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-CUMPLIRÉ MI DESTINO CON VUESTRAS VIDAS- le gritaba una cara desforme a Oniria, pero con verdadero parecido a Dannato.

-Úsalo, su poder es tuyo- esta vez la voz era de Kyria, pero era extraña, ni si quiera su voz era completamente suya.

-Muéstrate tal y como eres, muéstrate ante mí- de repente el rostro cambió, era el de una estatua, muy parecida a la de la reina de los dioses de las cavernas de Snyag, pero apenas pudo observarla bien porque entonces el rostro cambió por completo dejando ver uno completamente negro, no se veía más que una melena negra larga cayendo sobre dos anchos hombros llenos de venas brillantes, aquella era la figura de su madre, lo único que había podido rescatar de sus recuerdos.

-¿Cuánto tiempo piensas seguir así?, después de decepcionarnos no cumpliendo nuestro deseo- de repente Oniria se despertó llena de angustia pero todo estaba negro lo que le creó más angustia aun así que intentó buscar algo que la iluminase pero al poner sus pies sobre el suelo la escena cambió llevándola al día que la abandonaron, la lluvia caía sobre su piel con fuerza, como alfileres pero lo peor fue ver a sus padres biológicos frente a ella como fantasmas, ya que no podía ver sus rostros y estos no eran más que sombras.

-Terminarás matándolos a todos solo por no querer estarte quieta- era su padre quien hablaba ahora pero su voz era parecida al del agua saliendo a borbotones de una fuente, Oniria estaba aterrada, quería huir de allí pues aquellas personas no parecían tener buenas intenciones y casi como si le hubieran leído la mente se abalanzaron sobre ella gritando

-¡¡¡Metes a otros en un problema tuyo, juras quererlos y solo los llevas a la muerte...cumple nuestro deseo, tu magia...!!!- pero cuando Oniria se encontró al filo del acantilado dejó de oírlos pues entonces cayó y justo cuando iba a chocar contra el agua cayó sobre madera fría, durante unos segundos no supo dónde estaba ni que hacer pues sentía todo su cuerpo entumecido y un fuerte dolor en el costado no la dejaba respirar con facilidad hasta que una voz la hizo volver del todo a la realidad.

-¡Oniria!, ¿qué narices haces despierta?- era la voz de Kerem, casi podría jurarlo pero su vista borrosa no la dejaba confirmarlo, solo aquel olor a madera y dulce se lo aseguró, este le apartó el pelo de la frente llena de sudor y le dijo algo más pero estaba muy mareada como para entenderlo así que el chico la levantó como pudo y la sentó en lo que parecían unas escaleras, luego se quedó sola y entró en pánico de nuevo, no podía moverse por sí sola y no estaba del todo segura de en qué parte del barco se encontraba.

-Ya...ya estoy aquí, venga- de repente la voz tranquilizadora de Kerem, había vuelto, pasó un rato hasta que Oniria comprendió que era lo que ocurría, el chico había ido a por distintos ungüentos y vendas para curarle aquello que le provocaba tanto dolor pero hasta que no bebió agua y otra cosa con un extraño sabor no pudo verlo todo con claridad aunque habría deseado no encontrarse tan consciente para ver con claridad aquella horrible herida a la que se le sumaban otras en brazos y piernas, sin duda de una dura batalla, entonces lo recordó todo de golpe y al recordar a Dannato hincando aquella espada en su costado solo sintió más dolor y miedo, Kerem había estado un rato untándole algunos ungüentos de Yanati y Kyria, o eso le parecían, que debían calmarle el dolor y luego se lo había comenzado a vendar acercando su rostro demasiado al de Oniria pero ninguno habló.

-Se suponía que no despertarías hasta que no se te curase esa herida en condiciones, no deberías tener fuerza alguna.

-Supongo que las pesadillas opinan lo contrario- susurró Oniria dejando que solo Kerem la escuchase pues no se sentía capaz de levantar mucho más la voz

Ambos se quedaron un rato en silencio hasta que Kerem volvió a hablar completamente serio.

-La espada de Dannato estaba llena de veneno de Yilan, una serpiente...

OniriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora