CAPITULO 18

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Los siguientes días los pasó sola, encerrada, sin hablar con nadie, decidió estar tres días de luto por su hermana antes de embarcarse de nuevo en el mar, había hablado con Kerem y había decidido entrar en el siguiente barco que iba a Ozurk, una ciudad cercana a Snyag, su primera parada, después se buscaría la vida como pudiera.

El día que se marchaba no fue capaz de despedirse de nadie, sabía que si lo hacía no se iría jamás así que con la única compañía de su bolso de tela viejo, en el que había metido algo de ropa, dinero y su preciada perla, marchó al puerto, llevaba mucho sin pasar por allí pero le seguía pareciendo lo más vivo de toda la ciudad, saludó a los piratas que saldrían aquel día, los cuales preparaban las ultimas cosas pero al subir a bordo se encontró con una escena que, en parte, la emocionó demasiado, Anuk y Yanati charlaban mientras Kyria observaba a las hadas que los sobrevolaban y al fondo, repasando la zona del timón y las velas estaba Kerem, todos parecían preparados para un viaje y cuando la vieron, no pudieron evitar sonreír.

-No malgastaré mi dinero para que ahora te marches sola- le dijo Anuk cuando estuvo lo suficientemente cerca de ella, esta, sin pensarlo, lo abrazó con fuerza mientras este aún sonreía.

-Así podremos seguir con el entrenamiento- le dijo entonces Kyria, Oniria levantó una ceja sonriente, todos habían decidido acompañarla, aún no lo creía, iban a embarcarse en un viaje en el que Oniria aún no tenía claro el destino, pero allí estaban.

-Sé que vas a Snyag, yo soy de allí así que...os vendrá bien una guía- le explicó entonces Yanati.

-Pero Yanati...- dijo entonces Oniria con la intención de hacerla recapacitar, al fin y al cabo allí había estado su casa y de allí había tenido que huir.

-No te preocupes, Snyag es enorme y aún hay sitios que me traen buenos recuerdos- Oniria le dedicó una media sonrisa mientras le daba un apretón de manos a modo de agradecimiento, cuando todos acabaron de darle la bienvenida, Oniria decidió acercarse al timón, donde estaba Kerem.

-Muchas gracias- le dijo esta entonces, este parecía serio mientras ataba unas cuerdas que parecían algo aflojadas.

-No es solo por ti, ese pirata estúpido no es alguien a quien haya que subestimar, te vendrá bien ayuda si te topas con el- le dijo este entonces mientras mantenía su mirada fija en la salida por donde debía salir en barco en breves minutos, no parecía capaz de mirar a Oniria a la cara, como si le diera vergüenza, Oniria sonrió.

-De paso, gracias también por lo del otro día- le dijo entonces, esta vez si la miró, sin comprender.

-Cuando acabé en aquella playa y llegaste y me...abrazaste, conseguiste calmar mi poder, sino hubieras llegado...no sé qué más habría ocurrido- el tiempo había conseguido que ambos se trataran con más respeto, a veces incluso como amigos y en cierta manera, ambos lo agradecían.

-Soy el capitán al fin y al cabo, tenía que mantenerlo todo bajo control- bromeó este entonces, Oniria suspiró pero se rio.

-Por cierto- siguió este- esta vez dormirás en tu cama, no te comportes como una idiota- dijo refiriéndose a la primera vez que habían ido juntos en el barco y ella terminó durmiendo en una cómoda habitación ya que era incapaz de dormir en las bodegas con el resto.

-Lo intentaré...capitán- aquello ultimo dejó atónito a Kerem, Oniria siempre estaba repitiendo que no era ningún capitán para ella pero tras decirlo casi desapareció sin darle tiempo a contestarle nada, dejándole con una tonta sonrisa dibujada en el rostro.

Al zarpar la isla entera pareció gritar, todos despendían a su capitán entre lágrimas y halagos, fue impresionante, todos los piratas parecían estar en aquel momento en el puerto, todos por su capitán quien los miraba a todos con cierto aire de grandeza, lo cierto era que allí, con las manos al timón, recto y vestido con aquel garban rojo con adornos plateados (que pronto se quitaría debido al calor) su camisa blanca a medio abotonar y los pantalones del mismo color que el garban que lo acompañaban, unidos a aquel pelo que había intentado peinar y aquellos ojos reflexivos y serenos lo hacían parecer un verdadero capitán, ni si quiera hacía falta que se pusiera el sombrero, que nunca se lo ponía, parecía más un signo para él, era el capitán, no cabía duda, pese a que solo fuera dos años mayor que ella y por mucho que lo negase, aquel puesto le quedaba de maravilla, entonces sus miradas se cruzaron, tan solo fueron unos segundos pero aquello pareció desconcentrar al capitán y por un momento aquella pose seria se le pareció ir de las manos, pero solo lo pareció pues al segundo volvía a mirar a su gente, Oniria incluso llegó a preguntarse si aquello había pasado realmente, al fin y al cabo, aquella sensación de nerviosismo, aquel tirón que había sentido en el pecho, seguían allí.

OniriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora