- Venga ya, estabas ridícula con aquel vestido.
- ¿Si?, bueno, cuando te quedaste ensimismado mirándome no me parecía así - el golpe metálico de la espada de Oniria con la de Anuk enmudeció las últimas palabras de esta pero Anuk las escuchó a la perfección.
- Si...- dió otra estocada antes de seguir hablando, esta vez se dirigía a la cintura pero Oniria lo había visto y, aunque algo tarde, logró pararlo con dificultad lo que la hizo trastabillar unos pocos pasos, aunque no cayó - te miraba por lo hortera que ibas - esta vez era el el que paraba un golpe dirigido al pecho.
- Ya...- Oniria respiraba entrecortadamente a la vez que intentaba atacar a las rodillas de su contrincante con torpeza y sin mucho éxito - Yo creo, que estabas celoso, no te preocupes !ay!- esta vez no había logrado parar un golpe que le había dado de lleno en el brazo, No le había hecho ninguna herida porque Anuk se aseguraba de darle solo para que algún morado saliera pero jamás luchaba para herirla - ¡No te desconcentres! - le gritó mientras la hacía retroceder varios pasos hacia atrás, muy cerca de la borda - pero porfavor sigue, quiero escuchar porque crees que podría estar celoso - le dijo con una sonrisa socarrona, Oniria que sentía que caería en cualquier momento del cansancio mientras empezaba a ver que quedaba muy poco para que la derrotara habló - creo...creo que estabas celoso porque...te encantaría llevar un vestido - lo que estaban más cerca escuchando la conservación se rieron pero a Anuk le resultó tan ridícula aquella afirmación que bajó la guarda unos segundos, unos segundos perfectos que Oniria aprovechó para golpearle en la pierna y que este perdiera algo de equilibrio - Anuk soltó una especie de quejido mezclado con la risa que le había provocado lo que Oniria acaba de decir pero cuando parecía que su rodilla se doblaba para caer al suelo se enderezó como un muelle y volcó toda su fuerza en derrotar a la cansada Oniria, la hizo retroceder hasta la borde dejándola sin escapatoria y después la desarmó no sin antes darle otro golpe en la mano que se la dejo adormilada unos segundos.
Esta resopló y se quitó el pelo que se le había pegado al rostro debido al sudor, de su trenza ya no quedaba nada, solo una melena negra enmarañada y ondulada que caía sobre su hombro derecho.
- Otra derrota más - se quejó mientras recogía su espada y se echaba algo de agua, por toda la cabeza, de un cubo cercano.
- ¿Esperabas ser mejor que yo en tan solo unos meses? - se burló Anuk mientras giraba su cabeza en modo de desaprobación provocando así que sus rastas volarán de un lado a otro en su cabeza.
Por otro lado, Oniria si pensaba que, tras unos meses, sería capaz de vencer alguna que otra vez a Anuk, sabía que no llegaria a ser ni la mitad de buena que Anuk en tan poco pero tal vez...tal vez ser algo mejor y sin embargo solía estar más tiempo en el suelo o con una espada en la garganta que en pie, apenas conseguía hacerle un mínimo daño a su maestro y eso la desmotivaba más veces de las que le gustaría, así que al terminar su entrenamiento y acicalarse un poco, el abrazo que recibió por detrás seguido de un beso en la coronilla la reconfortó más de lo que podía admitir.
Al girarse con una enorme sonrisa de emoción se encontró con aquellos ojos azules tan claros y tan amables que le sonreían.
- !Olatz¡ - lo llamó Oniria justo antes de abalanzarse a sus brazos. No habían pasado más que tres días desde que dejaron Gyros y aquel momento casi mágico que ambos habían vivido en la hermosa ciudad, de ahí que estuvieran tan tremendamente acaramelados, durante esos tres días Olatz había tomado la costumbre de ir a verla después de su entrenamiento, como si supiera que no solía terminar muy contenta pese a que no le había contado nada al respecto. Era muy propio de Olatz, sabía mirar en lo más profundo de las personas y solía adivinar como te sentías realmente, por ello era tan fácil tratar con el, él sabía cómo podía tratar contigo, tal vez por eso habían congeniado, Olatz era capaz de calmar la angustia del corazón de Oniria y Oniria se sentía mucho menos angustiada pues su angustia solía intercambiarse con los nervios que le provocaba verlo y abrazarle, desde luego no solía tener el corazón tranquilo nunca.
- Y bien, ¿que tienes preparado hoy?- le preguntó Oniria después del abrazo sorpresa.
- Bueno, pues había pensado en dar un paseo con tan bella dama aunque debo disculparme de antemano pues será más bien corto, no disponemos de mucho espacio que digamos - bromeó Olatz a la vez que le tendía la mano a una Oniria que no paraba de reír, esta se la cogió con elegancia, como si se tratara de la aristocracia y se dejó llevar por el chico por toda la cubierta del barco.
- Bueno, ¿que opina del tiempo de hoy señorita? - esta vez Olatz había adoptado una voz más profunda, como si se tratase de un señor algo mayor.
- Oh bueno, algo húmedo tal vez - respondió Oniria pero con voz de pito - ambos estuvieron un rato mofándose y riendo durante su paseo ficticio hasta que Olatz se paró en la proa del barco viendo todo el horizonte azul frente a ellos
- ¿Que ocurre? - preguntó Oniria aún riendo ante la detención de su divertido paseo.
- Se me olvidó decírtelo - comenzó este - pero en unos días llegaremos a Károplas y allí conozco una tienda especializada en cualquier cosa tallada, tal vez, podríamos llevar esa perla tuya a la tienda, tal vez sepan decirte algo.
Los ojos de Oniria brillaron de emoción y no pudo contenerse en darle un fuerte abrazo a Olatz.
- Me encantaría en serio, necesito saber y...oh gracias - le agradeció llena de emoción y sin soltar sus manos mientras este la miraba igual de sonriente pero con un matiz de tristeza que Oniria solo vislumbró unos segundos así que para eliminarlo quiso compensarselo.
- ¿Y si...para adelantar trabajo te enseño mi mayor tesoro? Le dijo entonces hablando de aquella perla.
Este se extrañó al principio pues desde que le había hablado de aquello Oniria se había mostrado recelosa de mostrársela pero finalmente asintió emocionado, acto seguido Oniria le cogió de la mano y tiró de este como una niña pequeña emocionada por un nuevo dibujo que enseñar. Cuando llegaron al lugar donde descansaba la mayoría de la tripulación se abrieron paso entre las hamacas colgadas del techo hasta llegar a la de Oniria que se encontraba en una esquina, justo bajo esta estaba la "maleta" que Oniria había improvisado en su huida que no era más que un bolso de tela algo gastado pero bastante espacioso. Se arrodilló frente a este y rebuscó mientras Olatz miraba por encima del hombro emocionado de ver por fin aquella perla, entonces Oniria sacó una caja de cuero marrón muy bien cuidada y que no pegaba nada con la pobreza de aquel lugar, y la abrió dejando ver la hermosa perla blanca brillante que para sorpresa de Olatz estaba mojada, Oniria ya se había acostumbrado a aquello así que le explicó que jamás la había visto seca y Olatz solo pudo mirarla con más extrañeza, luego, con el permiso de Oniria, la cogió para ver mejor las letras grabadas que, como ya le había dicho Oniria, formaban su nombre. Era algo casi diminuto pero demasiado llamativo, no solo porque jamás se secase sino también por su sencillez, era tan redonda y tan blanca que Olatz se quedó maravillado, era una perla magnífica y el nombre tallado de color dorado la hacía mucho más especial, tanto que la perla provocó en Olatz casi acobardamiento por qué se le pudiera caer en cualquier momento y se la devolvió a su dueña rápidamente.
- ¿No vas a analizarla un poco más? - le preguntó Oniria extrañada.
Este negó con la cabeza
- No quiero que se me caiga o perderla, es algo muy preciado para ti.
- Olatz, eres un mercader, jamás he visto a ninguno de vosotros descuidar nada en absoluto
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Oniria
FantasyAbandonada Perdida Encontrada Así empieza, continúa y termina esta historia.