La familia real era numerosa, estaba compuesta por el rey y la reina, ambos bien vestidos y con trajes a juego de un color blanco que los hacía resplandecer aún más en la sala, lo cierto era que ambos eran extremadamente guapos, ¿tendría algo que ver con ser tan extremadamente ricos?, se preguntó Oniria al ver los ojos del color del cielo del rey y los ojos color ámbar de la reina, los cuales realzaban entre su melena castaña oscura recogida en la que ya se veían algunas canas, mientras que el pelo del rey se había vuelto blanco por completo, ambos eran altos y esbeltos y andaban con una elegancia envidiable, al lado de la reina iban dos de sus hijos, la hija menor, apenas una niña de no más de catorce años, la princesa que había sacado los rasgos de su padre y el segundo hijo, un chico de no más de diecinueve años, que parecía ser una mezcla de ambos, debido a su pelo castaño oscuro y sus ojos azules, ambos andaban junto a su madre con la misma elegancia y la altanería propia de la realeza, tal vez la niña pudiera parecer algo más torpe, pero era indudable que era una princesa, sin embargo, pese a la belleza de ambos, todas las miradas estaban dirigidas a una persona, el príncipe heredero, un chico de veintitrés años, pelo castaño y ojos ámbar, el puro reflejo de su madre, sin embargo, irradiaba soberbia por doquier, sin duda, el hecho de ser el heredero al trono se le había subido a la cabeza, sumándosele el hecho de que no había dama en el reino que no imaginase un futuro a su lado, era el marido perfecto, ¿Qué dama no quería terminar siendo una princesa?, en parte para aquello servían aquellas fiestas, para que el príncipe buscase entre todas, a la futura reina aunque probablemente, su padre terminaría decidiéndolo pues no cualquiera era apta y eso era un hecho.
-Lo cierto es que es bastante guapo – soltó de repente Cliria, en general no era una chica que ofreciera comentarios positivos a menudo por lo que todas se la quedaron mirando atónitas.
- ¿Qué?, es un hecho ¿no?, solo he dicho que es guapo, borrad esas estúpidas sonrisas de vuestro rostro – pero ninguna podía esconder son risillas, mucho menos cuando el rostro de Cliria había comenzado a enrojecerse debido a la vergüenza, sin embargo, tuvieron que obligarse a ello cuando el rey comenzó a hablar.
- muchas gracias a todos por asistir, espero que la velada esté siendo agradable y sí así es, por favor, no quiero molestarlos más, mi hermosa esposa y yo solo queremos que disfruten, así que, ¡que continue la fiesta! – el rey parecía un hombre amable, comprensivo y, sobre todo, muy enamorado pues parecía incapaz de apartar la mirada de su hermosa esposa, quien miraba hacia todos lados, atenta a todo y quien si quiera era consciente de la atención que estaba recibiendo de su esposo.
Tras el corto discurso del rey, las chicas volvieron a su tema de conversación o más bien se dedicaron a molestar a Cliria mientras Oniria no paraba de mirar hacia todos lados, atenta a cualquier señal o a cualquier cara conocida, ahora que sabían que Dannato estaba allí, o al menos algunos de sus hombres, no podían cometer un solo fallo, sin embargo algo la hizo volver a prestar atención a la conversación de las chicas, Zora le tiró del vestido para señalarle la siguiente escena, el príncipe heredero se acercaba a ellas con total seguridad y mientras Zora se escondía tras las tres chicas, Bria daba saltitos de emoción y Cliria intentaba esconder su vergüenza como fuera, Oniria odió el momento en el que había ideado aquella misión poniéndose a ella misma como el cebo, no solo de unos cuantos piratas sanguinarios, también el cebo para los miles de hombres que buscaban una esposa, porque algo estaba claro, el príncipe iba a hacerles un examen a cada una de ellas con sobre una conversación sobre cualquier tema poco interesante.
-Creo que vas a poder decirle al príncipe lo que piensas dentro de muy poco – bromeó entonces Bria antes de darle un último sorbo al champan y arreglarse el pelo para la llegada del príncipe.
- Señoritas – comenzó diciendo este tras una reverencia, tenía una voz profunda que hacía a una estremecerse, lo cierto es que era muy atractivo, mucho más de cerca – espero que estén pasando una noche agradable – casi parecía tan amable como su padre y no el niño malcriado que le había parecido ver a Oniria bajando las escaleras.
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Oniria
FantasyAbandonada Perdida Encontrada Así empieza, continúa y termina esta historia.