Con el tiempo las cosas se calmaron un poco pero no tanto como le habría gustado a Oníria, aunque ya todos lo sabían y la seguían tratando igual que antes, ella no estaba del todo cómoda, había algo que no paraba de darle vueltas en la cabeza y era siempre la misma pregunta
¿Quienes eran sus padres y porqué la habían abandonado?
Un día había sentido tenerlo todo y al siguiente se había sentido vacía y eso no paraba de hacerle creer que ella no debía estar allí.Pronto comenzó a separarse cada vez más de la familia, siempre que podía salía a pasear al bosque o a la playa, sobre todo a la playa que tiraba de ella como un imán y la atraía cada vez más por esa sensación de libertad que le daba, ese poder para adentrarse en el y llegar a cualquier otro lado lejos de aquel pueblo que empezaba a ahogarla, le impresionaba.
Debido a todos esos paseos, cada vez más continuos a la playa, podía ver todos los barcos que llegaban todos los días, todos tan distintos y hermosos, llegaban barcos pescantes o simples mercaderes que traían cualquier cosa que no sabías que necesitabas hasta que aquellos inusuales hombres o mujeres te las mostraban.
Un día decidió acercarse al puerto para ver más de cerca aquellos fantásticos barcos y lo que transportaban, al llegar pudo ver cómo muchas de las personas que vivían allí la miraban, sin duda sabían quién era, era difícil esconder tu rostro cuando pertenecías a la familia más rica y famosa del pueblo pero ya se había acostumbrado un poco, aunque le siguieran incomodando todos esos ojos puestos en ella.paseando por el puerto logró escuchar lo que decían muchos de los murmullos que la rodeaban.
-Sin duda es completamente distinta a sus padres y hermanos, todos ellos rubios y ella con ese pelo tan negro- decía una mujer que llevaba un moño bastante desordenado con un pañuelo rodeando su cabeza.
-Siempre ha sido diferente, no solo físicamente, mírala, jamás ha llevado vestidos tan elegantes como sus hermanas ni anda como una chica de su estatus, más bien, anda como un chico-le contestaba otra mujer que estaba de espaldas eligiendo que fruta compraría hoy.Oniria siguió su camino, intentando ignorar aquellos comentarios que denotaban algo de burla sin duda, empezó a trotar alejándose de todos los murmullos y no se dio cuenta de que iba a chocar hasta que su nariz se aplastó contra el pecho de un hombre algo desaliñado que tenía una barba negra también sucia y unos ojos, sin duda, extraños, uno era castaño, bastante normal pero el otro, miraba hacia otro lado perdido y tenía un brillo extraño, como si no fuera de verdad, ese ojo incomodaba a Oníria y no se dió cuenta de que lo había observado durante bastante rato hasta que el hombre habló.
-¿Veo que te gusta mi ojo?-rió el hombre.
-Oh perdóneme señor, yo no quería...
-No te preocupes jovencita, la gente es muy curiosa ¿sabes? Cuando ven algo distinto lo observan con intensidad.
Oniria se sonrojó por su mala educación.
-Se trata de un ojo de cristal-el hombre se quitó el ojo con una normalidad terrible y se lo enseñó a Oníria, arrancándole un pequeño grito de susto y más murmullos a sus espaldas de quienes observaban la escena curiosos, el hombre rió de nuevo y se lo volvió a poner
-Núnca te fíes de las panteras, malditos bichos, siempre tienen hambre-Oniria no quiso preguntarle cómo y porqué le había atacado una pantera pero sin duda le habría gustado saberlo, aún así, prefería volver a casa o a algún lado más vacío pero el hombre no se lo permitió.
-Veo que no soy el único al que miran y hablan a sus espaldas jovencita-Oniria se sonrojó aún más y solo asintió.
-Ven, te enseñaré algo-Al principio Oniria dudó -O si lo prefieres, puedes quedarte aquí y seguir escuchando a esta gente -sin saber muy bien por qué, accedió y lo siguió hasta su barco.El barco era hermoso, de velas blancas y madera de un tono marrón rojizo bastante bonito, la cubierta estaba algo sucia pero Oniria supuso que el navegar, casi todo el tiempo, el mar debía provocar algo de suciedad y no le importó.
-Espera aquí, voy a por una cosa-le dijo el hombre, cuando Oniria se quedó sola paseo por toda la cubierta encontrando, no solo suciedad, también telas de múltiples colores y texturas, libros, y objetos de todo tipo, el hombre era un mercader, no cabía duda, este apareció tras ella dándole un buen susto.
-Perdóneme señorita -rió, hizo una breve pausa y volvió a hablar
-Es así como la tratan ¿no?, ¿De usted, señorita? -Oniria no contestó, solo asintió
-¿Como lo ha sabido? -Oniria se había vestido específicamente para no llamar de más la atención en el puerto.
-Por muy simple que sea su vestido, esa tela, es bastante cara, soy mercader señorita, se reconocer la calidad, y sus pendientes y ese collar, señalan una buena familia -Oniria tocó su colgante, una simple cadena de oro con una flor simple y pequeña colgada, también de oro.
-Sí, lo ha adivinado pero por favor llámeme Oniria, cada vez detesto más que me traten de usted.
-Vale señorita Oniria -Contesto el hombre.
-A mi llámeme Kudu, uno de los mejores mercaderes del mar -Dijo haciendo una dramática reverencia que le saco una risa a Oníria.
-Y también el que la hizo sonreír hoy por primera vez en el día.
-Conoce usted muy bien a las personas Kudu.
-llevo años vendiendo, he observado a todo aquel que se acercaba a mí barco y déjeme decirle que al final terminas leyendo en los ojos de cada uno de ellos, en los de usted...perdón, en los tuyos Oniria -rectificó ante la mirada amenazadora de Oniria -he podido ver algo de tristeza, cualquiera diría que no deberías estar triste por poseer dinero y seguro, un buen hogar y buena familia, pero yo que vendo cosas materiales, sé que al final, no te dan una felicidad completa.
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Oniria
FantasyAbandonada Perdida Encontrada Así empieza, continúa y termina esta historia.