Cuando Oniria despertó estaba sola en la habitación, una especie de bruma propia de la mañana no dejaba que el sol brillase por completo aún, era como si el mundo aún durmiera, a excepción de aquella casa en la que se escuchaba demasiado ruido abajo , ruidos propios de una discusión.
Bajó en completo silencio por las escaleras, era demasiado pronto como para discutir nada pero si quería saber qué era lo que traía tan nerviosos a aquellos piratas a horas tan tempranas hasta que escuchó aquella frase.
-¿Si se supone que es hija de dioses porque vamos en desventaja, porque no hemos recibido ningún tipo de ayuda, tal vez aquel dios solo mentía para debilitarnos aún más, ¿no creeis que todo esto es demasiado extraño, demasiada coincidencia??- era Fastus quien hablaba, serio y convincente y Oniria no lo culpaba por sus palabras, comprendía sus dudas, ni si quiera ella estaba segura de aquello, solo tenía una prueba y si quiera le había parecido del todo real, sin embargo, no tenía cuerpo para discutir aquello así que cuando Kilavuz se disponía a hablar de aquello en una mesa llena de hombres que parecían discutir su destino y su procedencia, Oniria salió de allí corriendo, sabía que la habían oído pero no se giró para comprobarlo y salió a aquel campo y andó y andó hasta llegar a una arboleda, se le hacía muy familiar, era muy parecida a la de casa, casi la cruzó como si fuera la suya y de pronto, se encontró al borde un acantilado, aquello era demasiado extraño, el mar no estaba tan cerca, estaban más bien en el interior de la isla, tendría que haber andado mucho más para llegar al mar, se asomó por pura curiosidad y entonces se le heló la sangre, era idéntico al de casa, las piedras que sobresalían del agua, las olas que chocaban contra estas provocando un fuerte ruido, el nogal que siempre había amenazado con caer pro el acantilado, era el acantilado de su hogar, estaba completamente segura, pero, ¿Cómo?.
- Perdóname- dijo entonces una voz profunda, amable pero lejana, a la vez que una mano se posó en su hombro provocando un micro-susto.
Oniria se giró encontrándose con una figura hecha de agua que iba formándose poco a poco, se asustó un poco frente a aquella imagen que iba de una figura de agua deforme a los primeros retazos de lo que parecía un rostro humano.
-Mercerías una explicación, también una mejor forma de conocer la verdad pero nunca fuimos capaces de dártela – el agua casi había cobrado la forma de una figura humana por completo, a excepción del cabello, que parecía que se quedaría así, como un cúmulo de olas sobre su cabeza, los ojos de la mujer eran extraños, tan parecidos al cielo del mundo onírico que Oniria casi pensaba que se perdería en ellos, le recordaban un poco a los dibujos que había visto de ella misma en los puestos ambulantes de las ciudades, pero sin aquella luz amarilla, pero sí igual de poderosos.
De repente, una ráfaga de aire proveniente de su espalda la hizo girarse, esta vez, de nuevo al mar, y de un golpe secó, venido de ninguna parte, un rayo cayó casi a su lado, su melena negra se electrificó junto a los pelos de sus brazos y el resto de su cuerpo y una figura humanan salió del mimso, este no tardó tanto en mostrar su cara, era muy moreno, de nariz larga y pelo negro y ondulado, bastante atractivo pero lo que de verdad llamaba la atención eran sus venas, si es que podían llamarse así, pues miles de, lo que parecían pequeños rayos, surcaban todo su cuerpo como si fueran venas.
El hombre caído del cielo no dijo nada, solo se acercó a ella para observar bien mientras su rostro permanecía con el entrecejo arrugado como si aún no supiera que pensar hasta que agachó la cabeza y una única frase salió de su boca.
-Jamás dejaré de arrepentirme de mi decisión de aquella noche, lo saben el cielo y el mar, lo sabe la tormenta de aquel día y ahora...por fin... lo sabes tú también.
Oniria no sabía qué sentir o que decir, solo era capaz de respirar y aquello también le estaba costando.
-La mujer de cabellos de mar se puso al lado del hombre, ahora Oniria podía observar mejor, sus orejas pequeñas, su nariz larga o sus labios carnosos, entre ambos eran la mezcla perfecta de lo que Oniria era, si es que aquello era posible.
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Oniria
FantasiAbandonada Perdida Encontrada Así empieza, continúa y termina esta historia.