CAPITULO 38

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Ambos lucharon hombro con hombro, mientras Oniria usaba su magia para derribar a aquel pirata, Kerem se acercaba más y más, espada en mano, preparado para atacar en el momento exacto, justo cuando Oniria, uniendo ambas manos, cerrando los ojos para concentrarse por completo, invocó aquel poder del que apenas tenía respuestas aún pero tan poderosa la hacía, Kerem, desde el otro lado del jardín, logró ver como sus ojos volvían a brillar de aquella forma tan especial y por un momento se quedó embobado mirándola al verla tan resplandeciente, luego esta lanzó aquella fuente de energía contra el pirata que, como era de esperar, cayó al suelo provocando un desagradable ruido al chocar su cabeza contra el suelo empedrado del jardín

-¿Esta...? – preguntó Kerem impresionado mientras que Oniria solo sentía el terror subir pro su cuerpo, se acercaba lentamente al cuerpo inerte al que había golpeado apenas unos segundos con su magia sin saber muy bien que pensar, si estaba muerto, ella sería la causante, sería su primera muerte y Oniria no sabía si estaba preparada para aceptar aquello, al fin y al cabo, la primera vez había sido incapaz pero ahora, con su magia, se sentía más segura aunque también más peligrosa, por ello, cada paso que daba era como dar uno en el mismo mar, no era seguro y daba miedo pero cuando se disponía a acercar su mano al rostro de aquel pirata este abrió los ojos con tanta fuerza que Oniria casi juraría haber oído como sus parpados chocaban con la parte de arriba de sus ojos, mostrándole así aquella mirada fría y llena de oscuridad al mismo tiempo, Oniria se quedó allí, perdida en aquellos ojos que tiraban de ella, la tenía atrapada, Oniria no sabía como pero sentía el frio por todo su cuerpo y sentía como la oscuridad la absorbía, estaba completamente paralizada y no veía más allá de aquellos ojos, los cuales, ahora comprendía, estaban muertos en realidad, solo aquella energía oscura los mantenía abiertos.

- ¡ONIRIA!- escuchó su nombre pero muy lejos de donde ella se encontraba, entonces sintió el tacto de algo, algo tiraba de ella, de su cuerpo entero solo que estaba tan lejos que apenas lo sentía hasta que se dio de bruces contra el suelo, el suelo del jardín del palacio de la isla de los reyes, no paraba de repetirse eso ultimo mientras miraba aquel suelo al que ahora goteaban algunas gotas de sangre, probablemente suyas, porque lo había olvidado por completo, casi había estado a punto de olvidar su nombre con solo mirar aquellos ojos.

Se dio cuenta de que lo que la había tirado contra el propio suelo había sido Kerem que aún la agarraba y respiraba entrecortadamente mientras la miraba aterrado.

- ¿Estás bien? – le preguntó este una vez se aseguró que Oniria volvía a estar allí.

- Si...si...o eso creo ¿qué ha pasado...? - le preguntó entonces Oniria confundida

- No lo sé Oni, pero cuando miraste a los ojos a ese malnacido te quedaste ahí, petrificada y entonces...comenzó a salir una especie de humo negro entre ambos que había comenzado como...a absorberos, daban ganas de salir huyendo lo más lejos posible de veras, entonces ha sido cuando me he abalanzado sobre ti para sacarte de ahí, ni siquiera respondías cuando gritaba tu nombre y...he temido lo peor, siento...la herida de la frente – Oniria se tocó la frente, justo donde le dolía y descubrió la herida que Kerem había provocado al tirarla contra el suelo pero no le importaba porque aquello la había devuelto a la realidad.

- No sé bien que ha ocurrido, me sentía muy lejos de aquí Kerem...ha sido horrible...no debes mirarle a los ojos, por nada del mundo – le advirtió Oniria asustada – y...no pasa nada por la herida, más bien...gracias – le susurró mientras le cogía el rostro y le sonreía mientras justo, vislumbraba tras el chico, que el pirata estaba, de nuevo, en pie y se preparaba para el siguiente ataque. Oniria apenas tuvo tiempo para incorporarse, ponerse delante del chico y parar con otro ataque aquella magia oscura que los tiró a ambos atrás.

-¿Estás bien? – le gritó Oniria al chico, el cual le sonreía con aquella sonrisa de pirata, espada en mano, dispuesto a atacar, ambos, debido a la fuerza del ataque, habían caído a cada lado del pirata, lo que lo dejaba en clara desventaja, por lo que, con un simple cruce de miradas y un asentimiento rápido, ambos echaron a correr hacia el pirata que no sabía hacia dónde dirigir su magia hasta que comprobó que el chico estaba más cerca que Oniria, era más rápido, más ágil, así que optó por atacarle a el primero, grave error.

OniriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora