CAPITULO 31

22 1 0
                                    

Al abrir los ojos Oniria supo que no se encontraba en el mundo real pero tampoco soñaba, todo era oscuridad, a su alrededor flotaba un denso humo que se movía de forma lenta y extraña y junto frente a ella se extendía aquel hilo de humo que comenzaba a conocer mejor, no sabía porque había invocado aquella conexión tendría que averiguarlo siguiendo aquel hilo, no supo cuánto tiempo estuvo andando, fue agobiante pues el humo al su alrededor, a veces, se movía como si hubiera algo tras ellas, escuchaba risas, pasos o gente charlando, debía ser el resto del mundo solo que esta vez no tenía forma de conectar con ellos, como si su mente solo quisiera concentrarse en su conexión con el final del hilo frente a ella que no parecía acabar nunca, entonces comenzó a escuchar voces cada vez más cerca y de alguna manera supo que y ano se trataban de los seres vivos de su alrededor, estaba llegando al final.

-Mi señor, mis hombres han vuelto con buenas noticias, los piratas huyeron, pero mi hombre de confianza, a quien mandé vigilarlos me asegura que la chica no está muerta, todo sigue en orden- sin duda era la voz de Dannato, pero ¿a quién llamaba mi señor?

-Oh Dannato...- Oniria sintió que todo su cuerpo perdía energía y comenzó a temblar, todo a causa de aquella voz que provocaba escalofríos, no era humana, de eso no cabía duda, parecía salir de lo más profundo de la tierra y resonaba por todos lados, pero Oniria no lograba ver a quien pertenecía, la conexión no le dejaba ver más allá de la existencia de Dannato.

-Debería castigarte por tu insensatez, estuviste a punto de estropearlo todo...- era extraño, sonaba enfadado, pero a su vez parecía burlarse, como si supiera lo que su voz provocaba, aun así, Dannato no se movió de su posición, apoyado sobre una rodilla y con la cabeza gacha a modo de reverencia, Oniria notó que no era capaz de mirar a los ojos a quien fuera quien le estuviera hablando.

-Cuando confío en ti no tardas en recordarme que no eres más que un mísero humano al que le he dado algo de mi poder.

-De veras lo siento mi señor, fui atacado con todo el poder de esa chica, sobreviví a duras penas, pero no podía dejar que lo viese, si tuviera un poco más de poder...- contestó Dannato, aún con la cabeza gacha.

De repente la voz del desconocido se alzó, no le había hecho gracia aquel comentario y Oniria tuvo la necesidad de huir, pero aguantó.

-¡¡¡No solo has vuelto a fracasar sino que ahora me pides más poder solo porque eres un humano incompetente e inútil!!!, ¿¿¿te atreves a pedirme más poder, ¡MI PODER!, el cual se consume poco a poco porque tú eres incapaz de traerme a una simple chica???, ¿!como osas exigir que te ofrezca el poder de la perla prístina sin tan si quiera eres capaz de hacer lo único que te he pedido, alegando que lo que ya te he dado no es suficiente!?, los humanos no sois más que suspiros frente a todo lo demás, por eso mismo pensáis que sois los dueños de todo pero sois marionetas Dannato, solo que tú, has tenido suerte de toparte conmigo, un dios misericordioso que te ofrece algo más, así que agradécemelo y da gracias de que he decidido perdonarte la vida frente a esa falta de respeto- poco a poco la voz se fue calmando pero cada palabra había sonado de lo más aterradora.

-De veras lo siento mi dios Aksam, juro que la próxima vez será la definitiva, la atraparemos y extraeremos todo su poder hasta que lo último sea la energía vital.

-Maldita Deniz...nada de esto habría ocurrido si ella simplemente no fuera la favorita de la reina...pero...me vengaré y sufrirá, por supuesto que lo hará, con este plan...la destrozaré- aquella vez sonaba como un loco, justo igual que Dannato y era terrorífico.

-Si no...siempre tendremos la segunda opción.

-Algo más débil, pero es viable...el chico podría darnos el mismo poder, extraer su magia aquí, en la isla de los reyes hasta que tan solo quede la energía vital...nos serviría, pero la chica es nuestra prioridad, así mataré dos pájaros de un tiro, nunca mejor dicho- comenzó a reír de una forma tan espeluznante que Oniria no estaba del todo segura de que aquello fuera una verdadera risa.

OniriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora