-¡Oniria dhananjay, una señorita no debe estar correteando por ahí con sus hermanos, y el pelo, oh el pelo, RECOGASELO SEÑORITA!.
Una mujer con atuendos de sirvienta y con rizos fuera de su apretado moño gritaba en el jardín a una chica de unos diecinueve años pero esta la ignoraba provocando que la mujer se pusiera aún más nerviosa
-¡ONIRIA!, ¡no debe ir descalza por el jardín, y el pelo se le llenará de hierbas si no se lo recoge como es debido!.
-Sí que lo llevo algo recogido, mire- dijo señalando aquellos dos únicos mechones negros de cada lado de su cara que había recogido con una hermosa pinza dorada en forma de flor dejando así, tambien, ver sus brillantes ojos verdes.
-¡SABE QUE NO ME REFIERO A ESO SEÑORITA!.
-Vénga Marilia, déjela jugar con nosotros, no está haciendo nada malo y es mejor que Tanner- Habló un niño pequeño de rizos rubios y ojos dorados.
-Eh mocoso, ¿Que has dicho?- se quejó el que parecía el mayor de los tres, que también era rubio pero sus ojos eran azules.
-Eiyen no se equivoca Tanner, se te da mejor perder-Habló la chica con una sonrisa pícara mientras volvía a quitarle el balón a este.
-Ustédes dos no me repliquen, miren sus ropas, sobre todo las suyas señorito Eiyen, están llenas de barro y su pelo lleno de hierbecillas, sus padres no lo consentiran, oh dios mio- la mujer parecía estar a punta de desmayarse solo por las ropas sucias de los chicos y por la rebeldía de la niña así que empezó a amenazar.
-Sí no paran...a usted- dijo señalando a Eiyen- lo meteré ahora mismo en la bañera- sabía que el pequeño odiaba los baños y aquella era su mejor arma.
-¡NO!- grito Eiyen. Los otros dos hermanos rieron.
Entonces Eiyen se acercó a Marilia y puso ojos de cachorro intentando convencer a su niñera para que no le bañara, acto seguido se unieron sus hermanos mayores con la misma cara.
-¡No, eso ya no me sirve, no me convenceréis y vosotros dos, madurad ya de una vez como vuestras hermanas dios mío!.
-Jústo entonces una señora de unos 50 años salió de la casa, buscando el origen de los gritos.
-¿Que sucede Marilia?- pregunto con una voz tranquilizadora.
-Oh mi señora, dijo la mujer que aunque ya estaba más tranquila por la presencia de la señora seguía estando en un ataque de nervios-son estos niños, ¡Juro por Dios!, Que algún día me marcharé y tendrán que buscar a otra.
La señora la miraba entre preocupada, cabreada y divertida, pues no era la primera vez que ocurría ni sería la última.
-¿Porque no se marcha ya a casa Marilia? Descanse y mañana será otro día, por hoy ha terminado.
-¡Gracias Lisandre, mi señora!-Dijo dramáticamente mientras le besaba las manos a la mujer, provocando las risitas de los tres niños y la mirada acusadora de su madre.Cuando la mujer se alejó susurrando cosas sobre aquellos maleducados niños, Lisandre se dirigió a ellos.
-¿Por qué ni uno solo de mis cinco hijos es capaz de obedecer por completo a la pobre Marilia?.
-Es que Oniria tiene todo el derecho a preferir jugar a la pelota con nosotros que quedarse en casa aburrida madre- Hablo tanner
-Sí madre, y yo tengo derecho a ducharme más tarde o no ducharme-Siguió el más pequeño copiando las palabras de su hermano mayor, provocando la risa de los tres.
-Yo madre, si que obedezco a Marilia,pero ella, no concibe la equivocación es un tanto, malhumorada-Una hermosa chica, de melena rubia terminada en tirabuzones y ojos azules salía de la casa vistiendo un elegante vestido.
-No empieces Kendra-le respondió su madre, tu, igual que todos también puedes equivocarte.
-Raras veces madre- respondió, Kendra era la mayor y por lo tanto creía estar por encima de todos, por eso, ella y su hermana Oniria jamás habían congeniado muy bien.
La cosa no acabó ahí, pues entonces salió Serena de la casa, la cuarta de los hermanos también muy guapa, de pelo castaño rubio y ojos dorados como su hermano.
-A mí, madre, no me deja comer galletas ni dulces tanto como me gustaría dice que me saldrán granos y los hombres no me amaran pero, ¿Que me importan a mí los hombres teniendo mis dulces?- esto arrancó la risa de todos los hermanos menos la mayor que puso los ojos en blanco avergonzándose del comentario de su hermana.
-¡Basta ya!- gritó la madre de todos poniendo orden- vosotros sois cinco y ella solo una- volvió a hablar en un tono tranquilo- así que hace lo que puede, espero que no volváis a provocarle otro ataque de nervios y ahora todos dentro, aseáros y vestíos para la cena y para hablar luego con vuestro padre- todos temblaron un poco ante esto pues su padre era fantástico pero no se le debía cabrear.
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Oniria
FantasíaAbandonada Perdida Encontrada Así empieza, continúa y termina esta historia.