Aquel violento encuentro pronto fue olvidado por todos y dejó de tener importancia, incluso al día siguiente volvieron a la ciudad para buscar aquella tienda que Olatz le había prometido enseñar a Oniria. La tienda era algo antigua, estaba llena de objetos de todo tipo que se encontraban en estanterías, apilados en las esquinas o incluso colgados del techo, pero todos tenían algo en común, absolutamente todos tenían algo grabado, distintas letras, tamaños y colores pero todos tenían grabados de lo que fuera así que, definitivamente, estaban en la tienda correcta.
Al acercarse al mostrador se encontraron con un señor algo mayor, tenía la barba blanca y aún le quedaba algo de pelo, también canoso, vestía como cualquier persona de un pueblo y colgándo de su cuello había un bonito monóculo dorado con grabados que Oniria no logró leer, a su lado había un niño de no más de 13 años, tenía el pelo castaño oscuro, vestía casi igual que el anciano y entre sus manos tenía un pergamino lleno de todo tipo de letras al que no paraba de mirar cuando no miraba hacia el marco de un cuadro lleno de grabados en un idioma que Oniria desconocía.
- ¿En que puedo ayudarles jóvenes? Preguntó el anciano amablemente
Oniria solo tardó unos segundos en sacar del bolsillo la elegante caja donde guardaba su perla y cuando la abrió frente al anciano este abrió mucho los ojos, incluso el muchacho que no parecía haberse dado cuenta de que habían entrado alzó la vista maravillado hacia la perla. Oniria no entendía que les ocurría hasta que el anciano habló
- Hacia mucho que no veía una de estas, años, se suponía que hacía siglos que se dejaron de hacer.
- ¿Hace siglos?, Pues esta perla fue hecha para mí y tengo 21 años.
- Por supuesto, aquí tenemos una excepción para mí sorpresa, se nota que es más actual que otras que he visto en dibujos.
- ¿Otras?- preguntó Oniria queriendo saberlo todo.
- Estás perlas eran regalos que se les hacían, sobre todo, a príncipes y princesas, se grababan sus nombres en ellas, aunque a veces también grababan el nombre del reino, como regalo de cumpleaños o se boda pero estas perlas no son especiales por su belleza, algo que, sin duda, da que hablar, son mucho más, se dice que se debía ir a un cierto punto en el mar donde algo las ofrecía a quien allí estuviera y luego estas llegaban hasta su propietario que como ya he dicho solían ser personas de la realeza que siempre terminaban haciendo algo grande.
- Pero yo no soy de la realeza
- Por eso he dicho solían, lo importante no es que tipo de persona sea quien posea la perla sino a quien elige la perla sin importar las riquezas o la fama.
- ¿Como que quién elige la perla?
- Se dice que estás perlas son mágicas y tienen alma propia la cual les permite encontrar a su dueño, ya pueden ser vendidas y pérdidas que siempre encontrarán el camino.
Oniria se rió un poco por el hecho de que una perla hiciera miles de kilómetros para encontrar a alguien y aunque no se lo creyó mucho siguió preguntando.
- Pero entonces, cuando se las regalaban a personas de la realeza, ¿que ocurría si no eran ellos sus dueños?.
- Eso es lo más interesante, los nombres se borraban y al final se perdían, por eso muchos Reyes jamás decían donde escondían la perla ya que a veces las habían perdido, lo que indicaba que no habían sido elegidos por la perla y eso les causaba una enorme vergüenza.
- ¿Entonces los nombres se borraban sin más? Pero tengo entendido que el trabajo de grabado es algo realmente trabajado, es algo que no se borra así como así.
- Nadie puede contra la magia y menos la del mar - Soltó entonces el niño que no había parado de mirar con intensidad la perla hasta aquel momento.
Oniria no dijo nada más, aquella historia le recordaba a muchas otras que había oído contar a los hilanderos durante sus tardes de descanso y opinaba lo mismo, no eran más que historias realmente interesantes y bonitas pero poco creíbles, jamás había visto magia cuando se suponía que estaba en todos lados así que solo disfrutaba los cuentos.
- Entonces, ¿Sabría decirme dónde se grabó esto? - preguntó Oniria directamente olvidando el tema mágico.
- Por supuesto, estás perlas solo se graban en tres lugares, el reino de Snyag, en la ciudad de Kunst y en Endeling, pero no sabría decirte a qué ciudad pertenece especificamente, se acordó hacerlo siempre igual en todas pero he de decir que las letras son más profundas que como se hacen en Snyag si eso te sirve - Era mucho más de lo que Oniria esperaba sin duda, había pasado de no tener nada a tener tres destinos y tal vez encontrara algo que la llevara directa a su familia así que Oniria se lo agradeció como jamás lo había hecho y realmente emocionada salió de la tienda no sin antes llevarse unas palabras del anciano que no entendió.
- Recuerda que esa perla te ha elegido a ti y aunque la magia es grandiosa siempre se debe andar con cuidado, a veces la magia exige algo de nosotros pero sin duda, volveré a escuchar tu nombre - Sin duda la advertencia de un anciano supersticioso, así que Oniria solo asintió y salió de la tienda con una enorme sonrisa.
De camino al barco notó algo más serio a Olatz y fue entonces cuando descubrió que si seguía con sus búsqueda tal vez tuviera que separarse tanto de Olatz como del resto de la tripulación y eso le revolvió el estómago.
- Oye Olatz - intentó decirle a este.
- Oniria, no pienso frenar tu búsqueda, al fin y al cabo te metiste en nuestro barco para ello y lo entiendo, no quiero que te sientas obligada a elegir de verdad - Aquellas palabras emocionaron tanto a Oniria que se paró en seco, este al ver que había frenado se volvió interrogativo y se encontró a una Oniria preocupada.
- Pero... tu...te haría daño si me fuera y no quiero que eso ocurra.
- Tampoco es algo que puedas decir Oniria, ahora se te ha abierto un nuevo camino.
- Pero y si... ¿También se te abriera a ti?, Podrías acompañarme, llevas años metido en ese barco y aunque has visto de todo, ahora podrías decidir tú tu próximo destino - no sabía cómo se tomaría aquello Olatz, pedirle que dejará su vida por buscar el origen de la suya era algo egoísta pero tenía que intentarlo.
- Oniria yo...creo, creo que sí que te acompañaría si me lo pidieras - Oniria no se creía la respuesta y muy emocionada lo abrazó para luego darle un corto beso en la mejilla.
- No quiero que te sientas obligado, y tampoco sé cuándo partiremos ni como ni...
- Todo a su debido tiempo, cálmate, nos organizaremos - una gran sonrisa acompañó a Oniria el resto del día después de haber descubierto tanto.
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Oniria
FantasyAbandonada Perdida Encontrada Así empieza, continúa y termina esta historia.