Nueve

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Capítulo nueve

Serkan Zaduklu tenía treinta y dos años cuando conoció a Norma quien; para entonces debía de tener diecisiete años. Cuando ella abrió la puerta pudo visualizarla bien, si bien había cambiado más de lo que se imagino le gusto ver lo sencilla que era, que no parecía nada a la chica que había conocido aquella vez en una discoteca.

Sus ojos recorrieron desde su cabello azabache que lo tenía amarrado un moño desordenado en la cima de su cabeza, libre de maquillaje, sus labios esos que eran de una tonalidad rojo intenso, los ojos de ella brillaban de emoción, una que él podía sentir en su interior. Le sonrió de lado, haciéndola sonrojar, la camisa que llevaba puesta dejaba ver que no llevaba sostén puesto ya que las cimas de sus pezones se alzaban visiblemente, haciéndolos ver apetitosos, sus piernas estaban escondidas en un chándal negro que la llegaba hasta los tobillos.

—Así al natural eres más hermosa de lo que imaginé, cuanto desaba volver a verte —murmuró él, haciéndola sonreír y abrir más la puerta para que pudiera entrar.

—Eres un adulador —expresó ella dejando que entrará.

El olor a lavanda se sentía en todo el lugar, aquel olor le hizo cerrar sus ojos y inhalar con fuerza. Cuando escuchó que la puerta se cerraba detrás de el los abrió, observando que el lugar estaba limpio, en la cocina se podía ver platos sobre el lavado. Norma camino hacia él que miraba a su alrededor, ella también vio el lugar ya que con la música se había desconectado por completo y había hecho las cosas con más rapidez de lo acostumbrado.

Aunque eso sucedía siempre y cuando estuviera sin distracciones, si sus hermanos hubieran estado ahí ni estaría nada así pensó.

—Bienvenido a mi hogar —musitó frente a él después de sacudir su cabeza, elevó su mirada para verlo mejor.

La diferencia de altura era de quince a veinte centímetros.

—Nada mejor que un hogar donde el amor flota en el aire —comentó Serkan sonriendo.

—Bueno en eso sí tienes razón —aceptó ella viendo a su alrededor, para luego regresar su mirada hacia la de el —Mi casa tiene amor, el amor que yo les brindo a mis hermanos.

—¿Y ellos donde están? —preguntó él curioso.

—Dormidos —respondió ofreciéndole las manos para aceptar lo que llevaba en las de él.

—Dime donde las puedos poner, para que no las cargues tú —murmuró y ella le sonrió.

—Ven —dijo caminando hacia la cocina señalándole la pequeña barra para que pusiera las bolsas —Hoy cuando estuve en la universidad me acorde de ti —murmuró apoyando su cintura contra la barra.

Serkan la miro desde donde había puesto las bolsas en la barra, fue cuando ella se movió hacia el lavado y continúo lavando los platos sucios, se había quitaba los auriculares de sus oídos.

—Curioso —expreso segundos después de silencio —Porque cuando yo aterrice aquí, también lo hice.

—Estamos en sincronía —exclamó ella riendo —También debo de admitir que pensé que no me volverías a llamar, bueno han pasado más de tres años de ello Serkan —mencionó.

Ella se mordió el labio inferior enjuagando los platos que ya había lavado y los ponía al lado, para que se escurrieran y así poder secarlos. Podía sentir la mirada de él en su cuerpo, si bien había crecido mejor dicho y desarrollado desde la vez que estuvo con él, le gusta sentir su mirada.

La hacía sentir sexy, única por tener su mirada puesta en ella.

—No había tenido la posibilidad de regresar al país —musitó —Y ahora que se me presentó la oportunidad de tomarme unos días de vacaciones, decidí venir a verte —declaró este.

Él es mi Daddy (AD #1)[SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora