39. AMARME.

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~~JO~~

Un día entero encerrada en este cuarto, metida en la cama esperando a que me pase el dolor de cuerpo. Pensando en la universidad, a la cual me costó mucho entrar, en mi familia, que son lo que más me duele ya que no sé lo que pasa con ellos, en Nathaniel, que todavía no me ha encontrado, si es que me está buscando, si es que le importo más que lo que sea que quiera Alexander a cambio de mi libertad.

Cuando la noche llega me duermo y por la mañana me traen el desayuno, y el que me lo trae se queda a ver que haga ejercicio. No le importa si lo hago bien o si hago cosas que no requieran nada de fuerza, solo le importa que me mueva por dos horas, y y he soportado el dolor los anteriores días así que lo hago de nuevo sin problemas.

En el momento en el que entra Kasandra con el casi inexistente traje de minúsculo basier de tela y falda super corta de diseño transparente sé que ya todo está perdido. Me los entrega y espera a que me vista para llevarme sin maquillaje y sin taparme los moretones hasta su oficina, lugar donde Alexander me espera sentado tras el escritorio.

Me detalla con medio minuto exacto y no oculto el enojo en mi rostro. Kasandra se va sin decir nada, pero cierra la puerta con seguro. La oficina es pequeña, solo con lo necesario.

—Ya quería verte —comenta—. ¿No vas a responderme?

Lo miro, pero eso es todo, no hablo.

—Te di muchos días para que pienses, ya debes saber que no voy a matarte, que prefiero que sufras, y que hay muchas formas, esta no es la única, de hecho, creo que es la mejor, ¿Estás agradecida? —me mira un largo rato—, ¿Todavía te vas a hacer la difícil?, no entiendo por qué con Nathaniel te abriste de piernas de inmediato.

No contesto y hace una mueca de disgusto al levantarse para plantarse frente a mí, le sostengo la mirada furibunda. Da un paso y para evitar su cercanía retrocedo pegando parte de la espalda a la puerta.

—¿Por qué solo te me hacías más y más interesante cada vez que aparecías frente a mí? —da el paso que lo deja a centímetros y desliza los dedos por mi cadera hacia arriba, lentamente—, ¿Por qué tenías que estar con él?; que hará que todo a tu alrededor te quiera lastimar, que te cortará las alas tan bonitas que tienes —desliza el pulgar por el contorno de mi rostro—, te estoy salvando —asegura y niego—, si, te estoy salvando, y debes estar agradecida por eso.

En nuestras cenas con él se mostraba opuesto a lo que es ahora, era alguien amistoso, condescendiente, y respetuoso. Siempre me ha dado mala espina, pero jamás se me ocurrió que lo único que ha querido desde el momento en el que lo vi es acabar con Nathaniel. Lo llamaba "hermano", pero cada palabra era falsa, cada recuerdo estaba planeado para meternos en este sucio plan, y no lo entiendo, porque Nathaniel no ha hecho nada contra él, lo trató mejor que a la mayoría.

—No te debo nada —le aclaro—. Y no debería estar en medio de este problema que tú solo creaste, porque Nathaniel, tu hermano —expulso la palabra con asco—, no te ha hecho nada, rompió su asociación porque le robaste, y no se lo dijo a nadie.

Yo me enteré lo de su asociación por Pat y que le robó por Marina, que lo dedujo de una conversación ambigua que tuvo Alexander frente a ella y Amado, ella no lo dijo tal cual, pero es obvio.

—Tú no has visto nada de Nathaniel, él no lo dijo por mí, lo hizo por él, porque su nombre estaría asociado al de alguien que tomó lo que le corresponde, y eso lo haría ver débil, no creas que lo conoces por haberte revolcado con él, o porque te mostró una de sus caras.

—Pues no es el villano de mi historia, aunque sea el de la tuya.

—¡Si te hubieras ido conmigo las cosas serían muy diferentes! —brama Alexander agarrándome por el cuello y metiéndome la mano bajo la falda para tratar de bajarme el incómodo hilo que me hicieron ponerme.

LUMINISCENCIA (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora