24. RECORDAR.

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~~MARINA~~

Una adolescente normal. Eso es lo que piensan de mí, que soy una pequeña adolescente buena que nació en una familia perfecta y llena de amor.

Y es así. Bueno, lo fue. Lo fue antes de que escuchará esa conversación entre mis padres, desde eso ya no me reconozco, pero tengo algo claro, lo mío no es evolución, no es un cambio de personalidad, no es la adolescencia, es autodestrucción.

Ahora miro a mis padres y tampoco los reconozco a ellos, el único ser que sigue estando lleno de un amor retorcido es mi hermana, y no sé lo voy a quitar, ella no debe pasar por el infierno por el que estoy pasando. No quiero que vea a sus padres como asesinos, no quiero que una parte de ella arda de furia y otra parte les tema.

Hace meses que estoy en un bar nocturno bailando sobre un tubo; el Gold. Tuve que visitar un par de lugares de las zonas aledañas hasta encontrar a alguien que me hiciera una identificación falsa y poder trabajar. Allí conocí a cinco chicas, compañeras y para mí, las amigas más sinceras que he tenido hasta ahora; Jo, Ana, Niden, Dana y Olivia. Durante estos meses que hemos convivido me he sentido mejor, olvidando mi vida real y fundiéndome con esta.

No soy una prostituta, pero cuando me ofrecen una cierta cantidad, no me molesta cumplir las fantasías de algunos. Especialmente, porque cada vez que alguien me penetra, a mi cabeza llegan recuerdos que solo se suman a mi miseria, y me hacen creer que lo que hago no es algo tan malo después de todo.

El alcohol y las drogas no funcionan cuando traes ácido quemándote la garganta y un puto tubo de hierro atravesándote el pecho cada vez que ves a tu familia.

Era una tonta... Creía en mi familia perfecta, en que todo estaba bien, éramos una familia normal y amorosa... «Debajo de cadáveres y recuerdos agrios de mi niñez».

Mis días consisten en esta rutina: despertar para ir al Instituto, salir e ir al Gold, regresar a mi casa, y repetir, a veces salgo a darme mis gustos en antros, cuando los recuerdos y las mentiras me superan.

Ana está cada vez más intensa por su amado Nathaniel Dagger, hay que estar ciega para no notar cuanto lo ama, solo le falta la corona de corazones cada que lo ve. Por otro lado, Jo ha seguido mi consejo y están juntos y bien por ahora.

Dejo el vaso sobre la mesa y Dana igual, el bartender se apresura en servirnos de nuevo.

—Me sofoco, bailemos o algo —sugiere llevando el trago a sus labios.

No nos definiría como borrachas, pero el mundo se me mueve. Dana es mi compañera de fiesta, con ella salgo cada que podemos y aunque aparenta ser tímida y callada, no lo es.

Acabo mi trago y nos vamos a la pista a mover el trasero y dejarlo todo en la pista. Nos gustan los lugares con música latina, son muy movidos y por mi Instituto conozco y se puede decir que manejo la lengua, ella no sé cómo la conoce.

La oscuridad, el movimiento y el calor de los cuerpos, el sonido ensordecedor... Me ayudan a calmar mi batalla interna.

En algún momento se me pega un chico alto, de piel trigueña y con un vestuario un poco llamativo, su blusa tiene ondas de colores y su pantalón es blanco, pero desentona en este lugar lleno de pijos ricos que visten en tonos neutros.

Me ofrece su mano cuando empieza una salsa y acepto, «Baila bien», Nos movemos al ritmo de Conteo regresivo – Gilberto Santa Rosa. No parece querer pasarse conmigo, solo quiere bailar y yo también.

Al cabo de una hora Dana viene por mí y me despido del chico amable para ir con ella a la barra y pedir más tragos.

—El chico con el que bailé me ofreció cincuenta mil —comenta sin interés.

LUMINISCENCIA (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora