34. NO TE QUIERO.

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~~NATHANIEL~~

—Hijo de puta —me suelta Alex cerrando la puerta tras entrar—, explícame a mí —exige.

Esta alterado, pero sabe controlarse, es una de las razones por las que lo escogí, otra es que es difícil encontrarlo, no da información de a dónde va o con quien, solo se va y regresa cuando quiere. Muchos dirían que es prepotente, yo digo que es inteligente.

La chica se tapa las tetas con las manos y me levanto ubicándome atrás de ella. Adopté hace mucho una ley que Hans me enseñó: "Jamás traiciones a la mujer que duerme a tu lado mientras mantienes los ojos cerrados porque eso significa que tiene tu confianza y tú tienes la suya, si traicionas eso entonces muere, porque nadie se va aliar a alguien sin honor."

Poso una mano en su abdomen mientras de la parte de mi espalda baja agarro la daga con la que le corto la garganta, se toca el cuello con ambas manos antes de caer al suelo desangrándose.

—Era una de las prostitutas elite de Amado, necesitaba averiguar algo y no quiso hablar, quería follar, me negué, se desvistió y se tocó en el sillón de allá —mira el lugar con una mueca—, la embriagué esperando que hable y solo me hizo perder el tiempo, no sabía nada —finalizo—. Dile a alguien que se deshaga del cuerpo.

Tenía que morir para que no se le soltara la lengua frente a Amado y le dijera que estoy averiguando sobre él. No me puedo dar el lujo de dejar cabos sueltos.

—Dios... —murmura—, Jo pensó que la engañaste y no la puedes culpar, eso parece.

—Y me ofende muchísimo.

—Ve con ella, no ha podido articular palabras desde hace un rato —me dice.

Dejo la daga en mi escritorio pasando por encima del cadáver para ir con ella, en la salida uno de los guardias me indica el camino. Cada paso hace el sonido de su llanto más fuerte y lo que sentí antes cuando la vi llorar no se compara con lo que siento ahora, siendo la causa.

No me gusta, a nadie le gusta aceptar las cosas que suponen debilidad, pero como ya he dejado claro, no me interesa parecer cursi o no, no quiero ser el macho alfa con miedo a que se le caigan los pelos del pecho. Yo solo hago o digo las cosas como son.

Me paro frente a ella y cuando me nota me da la espalda tratando inútilmente de calmarse. Algo dentro de mí se oprime, su dolor me pesa el doble a mí.

—Está muerta —digo, como si eso fuera a arreglarlo... Y lo hace, se voltea acabando con el llanto inmediatamente—, buscaba información sobre Amado Petroi, ella era una de sus prostitutas, quería follar claramente, pero no acepté, se desnudó y tocó en el sillón, traté de embriagarla para que hable, pero no sabía nada. Es todo.

Luce sorprendida y a la vez enojada. Esperaba que se asuste, pero ese no es el caso.

—¿La mataste? —duda y asiento ofreciéndole mi mano.

Los recuerdos de la vez que follamos aquí vienen a mi mente. Hace estragos en mí que quiero follármela a la vez que besarla hasta que ambos nos cansemos, y por mi parte eso no va a suceder.

—No me arrepiento y voy a hacerlo las veces que sea necesario —le dejo claro.

Si estaba esperando que cambie y me convierta en un príncipe encantador que pide perdón por sus pecados todos los días en la iglesia, está equivocada conmigo. No me voy a pasar el resto de la vida que me sobra en ese lugar.

—Lo sé. Y soy una idiota, de verdad, soy... soy patética, ¿Qué me pasa?, yo me prometí que no iba a repetir la historia, quería... —se pone nerviosa—. Quiero algo diferente.

LUMINISCENCIA (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora