Bienvenida

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Sasuke se había quedado completamente solo y fue en ese momento que se permitió analizar la situación.

Resulta que tenía un problema, al parecer no comer correctamente, era algo malo y algo que le provocó estar enfermo.

Estaba enojado, si, consigo mismo, por no prestar atención a sus necesidades, y llegar al punto de desmayarse en su propia casa para ser llevado a un hospital de emergencia.

Eso no hubiera pasado si fuera más fuerte y más inteligente, la vida recordándole lo tonto que es y cómo Itachi es mejor que todos.

No importa que Itachi no tenga nada que ver, él siempre está en todo y no, no es un trauma, según él, claro.

Después de un rato analizando todo, camino hasta la sala y se quedó sentando a la espera de su amigo.

— Tadaima — hablo el rubio en cuanto llego, con su característica sonrisa.

— Tardaste mucho usuratonkachi — contesto enojado.

— Lo siento, es que había muchas personas en la tienda.

— Hubieras ido a otra, hay un sin fin de tiendas, ese no es un pretexto.

— Tienes razón, fue mi error, pero bueno ya pasó y ya traje la comida, así que a cocinar, oye, ¿No te dije que descansaras?

— Puedo hacerlo en el sillón, sin problema.

— Ya, ya, no digo nada.

El rubio con sus pocas habilidades gastronómicas, logro hacer un platillo, que, pues no se veía de la mejor manera, pero era consumible y al final eso es lo que importa.

— ¿Te lavaste las manos dobe? — pregunto el Uchiha, mientras se sentaba a comer.

— Por supuesto que sí, teme — contesto de igual forma.

El rubio se recogió las mangas para no ensuciar nada, pero se le había olvidado un detalle.

— Agh... — se quejó cuando quedó al descubierto su herida.

— ¿Qué te pasó? — pregunto Sasuke, pero entendió en cuanto vio la rajada en el brazo.

— No es nada, solo que, de camino, choque con un ninja y esto paso — rio con nerviosismo.

Sasuke no se la creyó del todo, pero de seguro se lo había hecho por una imprudencia que caracteriza a ese chico.

Fue por el botiquín y regreso, para luego vendar con cuidado la herida.

— No te preocupes Sasuke, la herida sanará rápido, soy de cicatrización rápida.

— Esa no es razón para no tener cuidado, pudo pasarte algo peor — menciono preocupado.

— ¿Te preocupas por mí? — pregunto tratando de indagar.

— Por supuesto que sí, usuratonkachi, después de todo eres... — y se calló, ninguna de las palabras le parecía la adecuada para describir sus sentimientos, después de todo era una buena amistad — Eres mi mejor amigo.

Naruto no pudo evitar emocionarse al saber que representa algo en la vida de su también mejor amigo, aunque tal vez no es la palabra que él prefiere usar.

— Entonces no te preocupes, que todo está bien — agrego con la mejor se sus sonrisas.

El azabache sonrió internamente, le calmaba estar con Naruto, le hacía parecer que todo era fácil, después de todo ese rubio tenía una mejor vida que él.

— Ya, entonces ten más cuidado.

— Claro, pero tú también, necesito que comas más y descanses mucho.

— Si, si, lo que digas.

El rubio lo miro seriamente, no iba a permitir que Sasuke volviera a recaer, no ahora.

— Vaya, no sabía que eras tan cursi.

Naruto se descolocó al escuchar eso, pero luego supo de dónde provenía la voz y miro enojado.

— No soy cursi, solo me preocupa su salud, ttebayo.

— Si, lo que digas, de todos modos, no dije que fuera algo malo, tu papá era igual de cursi.

— ¿En serio?, Papá, cursi, si, tiene sentido.

— Era una cosa tierna, me daba asco, que bueno que yo no podía escuchar sus pensamientos, pero para mí mala suerte el karma me puso en tu mente, que está llena de corazones hacia el emo.

— Oye, él no es emo, solo es algo cerrado.

Mientras tanto, el azabache veía con extrañeza como el rubio discutía internamente, o algo así, porque hacía gestos raros.

— Oye, Naruto — hablo fuerte, para llamar su atención.

— ¿Sí? — respondió mientras dejaba al zorro hablando solo.

— ¿Qué hacías?

— Comiendo, ¿Por qué?

— No, olvídalo, sigue con lo tuyo — y miro hacia otro lado, el rubio solo lo miro extrañado, pero lo dejo pasar.

Cuando terminaron de comer, Naruto se dio a la tarea de acomodar sus ingredientes, y todo lo que había comprado en su alacena, teniendo que dejar de lado sus botes de ramen.

— Mi amado ramen — lloriqueaba el rubio.

— Ya deja eso, que de saludable no tiene nada — le respondía, mientras acomodaba otras cosas.

— Uy si, lo dices porque no has probado algo tan delicioso como el ramen.

— Si, ajá.

Mientras seguía acomodando las compras, algo llamo su atención, entre las bolsas había un libro, eso lo extraño, porque según él, Naruto no leía, digo, si hasta se pensaba si sabía leer.

— ¿Qué es esto? — pregunto entregándole el objeto.

— Ah, es un libro que compre, se veía interesante, en realidad es para ti.

— ¿Para mí? — abrió en grande sus ojos.

— Si, porque vas a estar aquí un tiempo, así que pensé que te aburrirías, por lo que se me ocurrió, darte un libro, para entretenerte.

— Ni que fuera un niño, usuratonkachi, yo hago lo que quiera para entretenerme — añadió enojado.

— Solo era un regalo, cálmate — las reacciones de Sasuke, aunque le parecían raras y muchas veces bipolares, le parecían lindas y chistosas, supongo que eso te pasa cuando estás pensando en otras cosas, cuando esa persona literalmente respira y para ti no existe ser más perfecto.

— Bueno, dámelo, lo leeré más tarde.

— Ves como si querías — dijo negándole la cabeza, en señal de desaprobación.

Pronto en sus mentes otra pregunta se generó, ahora vivirían juntos, en el departamento de Naruto, que no es por ser groseros, pero es bastante reducido, a lo que la pregunta sería, ¿Cómo dormirían?

Cuando llegaron a la cama, que estaba a unos segundos de la sala, cada uno se trató de dar una respuesta.

— ¡Yo dormiré en el piso! — dijeron al mismo tiempo, ambos fruncieron el ceño.

— Sasuke, tú eres mi invitado, no puedes dormir en el piso.

— Naruto está es tu casa, tú no puedes dormir en el piso.

Los dos se miraron desafiantes, pero luego pensaron mejor sus ideas.

— ¡Yo dormiré en la cama! — dijeron nuevamente al mismo tiempo.

— Yo soy el invitado, me toca la cama — agrego.

— Está es mi casa y por lo tanto mi cama — se defendió.

Se volvieron a mirar desafiantes.

— ¡Buenas noches! — se dijeron, los dos se encontraban en la cama, de un extremo al otro y se durmieron enojados, obviamente.

— Bienvenida —

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