Luego de las clases de geometría, ya rondaba por todo el instituto lo que había sucedido con Kiba y Naruto. Lo más terrorífico e indignante era que todos parecían estar del lado del rubio.
Escuchaba comentarios como: "Pobre Naruto, lo que tuvo que aguantar", "Siempre tiene que soportar las groserías de la hija del director". Al parecer, ella era la bruja del cuento. Como si hubiera acabado con la imagen pública de él.
Naruto no era un santo. Aunque al parecer, delante de todos era un príncipe de cuento de hadas. Mientras que con ella era un ogro sucio, todos los demás incluyendo las chicas estaban convencidas de que era un tipo ideal.
Pero Hinata sabía que; como Sasuke, también se rumoreaba que les divertía salir con muchas chicas y romperles el corazón.
Por la manera en que era Naruto, pensaba que les quitaba el alma o se comía su corazón. Y lo creía literalmente. Era una víbora. Absolutamente frío y sin escrúpulos, y ninguna joven estaría segura cerca de él.
A veces creía que Naruto coleccionaba todas las almas de las novias que había atrapado.
—Me temo que ya se corrio en todo el lugar la pelea que tuviste con Kiba —le dijo Ino—. He estado todo el día tratando de correr otro rumor pensando que es la única forma de que se olviden del tuyo. Pero al parecer, les interesa más la historia de perros y gatos entre tú y Naruto. Deberías dejar de discutir con él. Algún día se creará el rumor de que estáis enamorados o algo así.
Sakura levantó la vista al retrovisor del coche, con un aspecto de radiante salud y belleza que ni siquiera las noches de desvelo podía ocultar.
—Yo quiero creer que esto no se trata de una atracción disfrazada de odio —comentó.
—Y no lo es, sakura —replicó Hinata—. Naruto solo me genera estrés, y si quiero algún día graduarme y trabajar para la pastelería Varamar, tengo que evitar encontrármelo. Siempre llego a casa con los nervios de punta y nunca logro concentrarme.
—¿La pastelería Varamar, esa donde van los famosos? Yo sería feliz allí, comiendo de sus ricas tartas —admitió Ino, entusiasmada—. Serás una excelente pastelera Hinata, y yo seré una buena cliente y amiga, y tendrás que colocarme como clienta del mes.
—No existe "clienta del mes" —se burló Sakura.
—¿Quien dice?
—Sólo existe empleado del mes, Ino —negó con la cabeza.
—¿Y por qué no han inventando tener clientes del mes? —infló las mejillas, en un puchero tierno.
Hinata soltó una carcajada que dejaba ver que todavía le quedaba algo del sentido del humor.
—Vaya, es una buena idea —le dijo—. Cuando este trabajando allí, ofreceré esa sugerencia.
—Muchas gracias —sonrió la rubia, y se inclinó sobre el asiento de atrás quedando entre el medio de ellas—. Las amo chicas. Yo me bajo aquí en la próxima esquina.
—¿Mañana me avisarás si quieres que te busque? —preguntó Sakura.
—¡Por supuesto!— dijo, como si fuera algo obvio—. ¿Quien más tiene coche, sino?
Sakura parecía aliviada. A veces Ino podía ponerse muy demandante.
Cuando dejo a Ino, y cruzaron en la siguiente avenida, solo esperaba el reproche de Sakura y los siguientes quince minutos de discurso de mamá, que tendría que escuchar hasta que llegara a casa.
—Y ahora Hinata —empezó—. Ya se que eres demasiado pequeña para trabajar, todavía no has cumplido los diecisiete. Pero se me ha ocurrido algo que quizá te guste y además te proporcione aprendizaje. ¿Conoces a la amiga de mamá, la que tiene la tienda de sombreros?
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|En tus zapatos|
FanfictionDicen que cuando pides un deseo: a veces esta el demonio. Para joderte la vida, solamente. Una historia tan divertida y dramática tiene muchos demonios y hay que estar alerta a no caer en sus garras. Por suerte, no hablamos de uno literalmente; Hi...