Hinata salió del salón. No quería ver a Kawaki ni un segundo más. Tenía que pensar la forma de convencerlo; si había alguna manera de borrar el video o simplemente aceptar lo que venía.
Estaba tan ensimismada pensando que de repente entró en un despacho pequeño que quedaba al fondo del pasillo en la planta baja. El techo no era muy alto, los sofás eran circulares y unos cubos cuadrados que hacían de asientos eran bajos.
Estaba poco iluminado, repleto de libros y papeles, y un vaso lleno de lo que parecía ser un un tequila escocés, encima la mañana parecía tranquila y Kawaki por suerte no la había seguido.
Cuando escucho el repiqueteo de unos pasos, Hinata dio un respingo y se dispuso a marcharse cuando escucho una voz dulce al otro lado del despacho.
—Quédate, no te vayas —ella se volvió para mirar, era Minato, con una tímida sonrisa en los labios.
Hinata trató de no hacer caso al vuelco del corazón y asintió, soltando la perilla de la puerta.
Vio a Minato acercarse, extender su mano esperando a que ella aceptara el gesto.
—No te voy a morder —le dijo, y le guiño el ojo.
Con un rubor interior, le dio la mano y este la agarró para depositarle un beso en el dorso, sintiendo el cálido aliento de su boca. Hinata hizo un gesto avergonzando y espero a Minato.
Había sido una acción poco común pero demasiado caballerosa.
—Lo siento, no pretendía molestarlo —le aseguro Hinata, sujetando su mano con fuerza una vez que él la soltó.
—Oh, no, querida —se rio. Y su risa era muy bonita—. No me molesta tu presencia.
Minato agarró su vaso de licor y lo sujetó con firmeza.
—Igual, no quisiera ser inoportuna —menciona—. Venía pensando y me he perdido en la casa.
El padre de Naruto asintió y se apartó lo suficiente para sentarse en la silla de su escritorio.
—No eres inoportuna —murmuró, dejando el vaso sobre la mesa y pasándose la mano por el pelo. Un gesto que le resultó muy familiar—, no es ninguna molestia tener a una Hyuga en casa. Sobre todo conociendo a tu padre.
¿Por qué siempre tenía que salir su apellido o la mención de su padre en momentos así? ¿Y qué? ¿Acaso cambiaba algo que fuera una Hyuga?
Resopló, impertérrita.
—Descuida, no es por molestarte —menciono Minato de pronto, como si hubiera leído su mente—. Tu padre era un excelente amigo.
—¿Lo era? —preguntó sorprendida.
—Sí, hace tiempo. Tanto tú como tu hermana habéis conocido mi persona con anterioridad, pero eran muy jóvenes para recordarlo. ¿No lo sabías?
Ok. Eso si que era algo impresionante. ¿Y por qué ella no estaba enterada de eso?
—No tenía idea, señor. Quizá se ha confundido...
—¿Señor? —la cara pálida de Minato se ruborizó—. Llámeme, Minato. Me hace sentir viejo, y solo tengo treinta y nueve años.
—Joder, ¿en serio? —Hinata no pudo evitar abrir los ojos como platos—, si que lo veo joven, pero suponía que tendría mucha más edad.
—Quizá te has confundido —levantó una ceja, irónicamente. Hinata entendió el mensaje, y no pudo evitar sonreír.
—Vale, es posible —aceptó.
—Me parece extraño que no supieras que tu familia y la mía llevan tiempo conociéndose —siguió ahora más serio—. Bueno... supongo que no es mi deber explicártelo.
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|En tus zapatos|
FanficDicen que cuando pides un deseo: a veces esta el demonio. Para joderte la vida, solamente. Una historia tan divertida y dramática tiene muchos demonios y hay que estar alerta a no caer en sus garras. Por suerte, no hablamos de uno literalmente; Hi...