Capitulo 14

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Naruto soltó una carcajada amarga y suspiro. No lograba comprender por qué seguía deseándola.

Y a pesar de todas las cosas, no tenía deseos de que ella supiera el dolor que llevaba dentro. Hinata lo miro con unos ojos que escondían cosas.

—Naruto, ¿tú me odias?

—De vez en cuando.

Naruto se encogió de hombros para esconder la verdadera amargura que lo acojonaba, que lo carcomía y contaminaba todos los aspectos de su vida.

—¿Y tú? —le preguntó él.

—En ocasiones —susurró suspirando—. ¿Eso ataca de alguna forma tu ego?

Él resopló.
—Puedes jugar a lo que quieras. Es posible que te de rabia desearme, pero se que no puedes evitarlo.

Naruto se acercó a ella y Hinata extendió el brazo para detenerlo, parecía relajada, pero sus dedos temblaban y, al final, dejó caer su brazo.

Eran más diferentes de lo que él pensaba, unidos por una atracción que desafiaba la razón.

Ella le había preguntado si la odiaba, sí, en momentos como aquel la odiaba. La odiaba por seguir siendo tan hermosa, y la odiaba por ser la única mujer que había deseado con aquella intensidad.

—Me cautivaste desde el prime día, Hinata —Naruto fijo los ojos sobre uno de los paneles de la pared y tamborileó los dedos sobre la barandilla, con nerviosismo—. No tartamudeabas ni te escandalizabas cuando te hacia algún comentario cruel. Al contrario, me provocas y me respondes con la misma tenacidad, como para actuar conmigo de la misma forma.

La dulce voz de Naruto floto sobre ella.
Hinata era encantadora, pero su carácter, que se encendía en un instante se disipaba con la misma rapidez, tenía todos los atributos que hacía de una chica una mujer y, sin embargo, conservaba una actitud infantil que resultaba tan adorable como frustrante.

Entonces se volvió y se arregló las ropas y cuando se volvió observó los tristes e insondables ojos de la joven. Su labio inferior temblaba, y Naruto apaciguó el movimiento acariciandolo con su suave pulgar.

—Tengo que irme, debo recibir una visita mañana —piso una mano sobre la sonrojada mejilla de Hinata y luego la dejo resbalar hasta su pecho—. Te pasaré un texto, si quieres.

Ella asintió y se quedó quieta como una estatua mientras él agachaba la cabeza y rozaba los labios con los suyos.

—¿Puedo quedarme hoy contigo?

Naruto soltó un gruñido ante su pregunta.
—Hinata, me encantaría... aunque no se si sea buena idea, pero solamente porque también me apetece que lo hagas estaré encantado de que vengas conmigo.

Hinata ocultó una sonrisa.
Luego se marcharon. Ni siquiera pudo despedirse bien de sus amigas porque disponían de poco tiempo hasta llegar a la casa de Naruto.

Durante todo el trayecto casi no hablaron, y las pocas veces que lo hicieron era cuando había tráfico y Naruto le preguntaba una que otra cosa sobre los exámenes y como había ido la semana.

A continuación, aparco el coche y luego de un largo viaje, se desperezo y se dispuso a seguirlo por toda la casa. Naruto le mostró de vuelta su dormitorio, que estaba tan caótico como su ocupante.

—Y si quieres duermo en la habitación de al lado.

Estaban en el umbral de una habitación situada al fondo. Una ventana en voladizo con alféizar y cortinas de jacard hasta el suelo.

Le encanto.

—Sigue igual de preciosa.

Quería vivir allí. Al cuerno, su familia. Al cuerno, la charlatanería de sus amigas. Era la mejor habitación del mundo.

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