Capitulo 6

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Sus labios eran cálidos, húmedos y demasiado intensos, y entre la oscuridad y las sombras, daba gracias a Dios que lograban ocultar la cara de vergüenza que debía tener.

Sentía que Naruto estaba ligeramente agitado y con una pierna metida entre las suyas estaban en un punto... Santa madre, devastador.

Cuando ella se mueve, retorciéndose, pone sus manos sobre los hombros del él, lo que hace que se incline aún más para estampar sus labios con los de Hinata, y abre ligeramente la boca. Hinata se tensa de pies a cabeza. Nota los latidos de su corazón en los oídos, pero no hace nada para detenerlo. No daba una.

—Mierda —lo escucha susurrar, lo cual sirve para hacerla emitir un sonoro suspiro.

Se notaba lo tensa que estaba —que no era nada difícil, porque se había quedado rígida— luego la imagen de sus ojos se ve borrosa hasta que se adapta a la luz que envolvía el armario.

Cuando sus pupilas se acostumbran a la luz, observa que Naruto la mira directamente a los ojos.

—¿Te encuentras bien? —le pregunta con una de las comisuras de los labios levantaba en una especie de sonrisa.

Hinata sale de su ridículo estado inerte y de repente se da cuenta de lo que ha ocurrido y que todavía no ha dicho nada. ¿Ha notado su reacción ante él?

Se da un empujón mental y lo aparta con todas sus fuerzas, lejos de ella y de su potente cuerpo.
Cae al costado y lo escucha quejarse.

—Mierda —masculla—. ¿Por qué me has tirado?

Hinata siente que le sudan las manos y le tiemblan un poco cuando trata de acomodarse de costado con firmeza. Saltan chispas y la mirada curiosa de Naruto revolotea por su rostro.

Ambos se tratan de apartar, sorprendidos.

—¿Qué crees que hacías? —lo acusa, tratando de sonar más enojada de lo que nunca había podido estar.

—¿Yo? —hace un gesto con la cabeza y sus rasgos se endurecen—. Has sido tú quien se ha inclinado hacia adelante.

—Me besaste —le insta, mirándolo acusadoramente—. Estas cosas no son parte del trato.

—¿Besarte? —repite aludido, y de repente escucha que de su pecho sale una risita nerviosa—. Hinata —su nombre la atraviesa y la hace titubear—. Estábamos a oscuras, yo solo estaba buscando el cordón de la luz . Ha sido un accidente. Fuiste tú quien se ha inclinado.

—Una puta mierda —le espeta, todavía siente que le temblaban las manos.

Le estaba costando dominar los nervios y todavía sentía su profunda mirada. Eso era muy raro. Nunca se había sentido tan afectada por alguien.

—Me vuelves a besar y juro que te pegaré —lo presiona.

—¿Qué? —levanta las cejas—. Eso ni siquiera fue un beso.

—¿Y a que le llamas un beso? —le cuesta mantener contacto visual—. Porqué he sentido que me has besado.

—Hinata, si te hubiera besado realmente, habríamos durado más que cinco segundos —le contesta irónicamente.

Ella nota que la cara se le pone roja.

—Esto no puede estar ocurriéndome a mi... —dice, sintiéndose estupida y también algo molesta. ¿Se está burlando de ella?

¿Y porque al mismo tiempo se sentía tan decepcionada? ¿Esperaba más?
¡Imposible! Eso jamás.

—Esto tampoco me gusta... —dice al mismo tiempo, pero algo le dice que sus palabras tenían mentiras.

|En tus zapatos|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora