Capitulo 26

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A la mañana siguiente Naruto se apareció frente a su casa, apoyado en el coche con semblante despreocupado.

Se fijó que en sus brazos llevaba a Kurama, pero ella no vaciló en acercarse.

—Hinata.

Él la miro con esos ojos profundos que podían enloquecer a cualquier mujer. Tenía los brazos cruzados donde reposaba su gato y una cadera apoyada en la puerta del copiloto.

Vestido con un pantalón negro y una camisa de seda blanca que contrastaba mucho, su abrigo era gris y resultaba al mismo tiempo elegante y tremendamente atractivo.

Su pelo rubio como el sol y su piel de un cálido color caramelo miel le daba como siempre un aspecto exótico en un estilo imposible de catalogar.

—Naruto —lo saludó con voz potente y cálida—. ¿Ese es Kurama?

—Sí —asiente—. Fui a buscarlo a media noche. Espero no te moleste...

—Por supuesto que no.

Kurama al verla acercarse la observa con ojos chispeantes. Luego pega un salto que la embiste con su cuerpo lanudo y cálido.

Naruto se fija en los vaqueros sexis que cubren las piernas de Hinata y en la camisa negra de diseño clásico que llevaba anudada a la cintura. Como siempre estaba tan guapa, sin que tuviera que hacer el mínimo esfuerzo.

—¿Para que querías buscarme tan temprano?

—Como siempre los lunes serán nuestros días de desayunar juntos, para mimarte un poco —le sonríe.

—¿Ah, sí? —Hinata acaricia la base de Kurama, sintiéndose halagada por su recibimiento—. Pues no seré yo quien te lleve la contraria, amor.

—Te ha echado de menos —le dice Naruto, al ver el amistoso saludo de Kurama.

—¡Oh, yo también te he echado de menos, Kurama! —le besa la punta de la nariz—. Pero no hemos estado tan separados para que me extrañes tanto...

Hinata logra salvarse de los lametones de su lengua.
Se queda sin aliento cuando Naruto la recibe con un fervoroso abrazo.

—Naruto —la voz de una mujer potente y cálida como el whisky la sobresaltó—. ¿Todo va bien?

Él se aparta de Hinata, y ambos se vuelven para ver a la rubia alta.

—Por supuesto —contesta él—. Tsunade, esta es Hinata Hyuga.

Hinata le sonríe incomoda. La mujer de piernas infinitas y sexis la fulmina con una mirada intensa. La reconoció de inmediato, de aquella vez que Hinata estaba en el cuerpo de Naruto. Era la nueva suplente de profesores.

—Hola —la saludó Tsunade, que por lo visto no tenía intensiones de marcharse—

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—Hola —la saludó Tsunade, que por lo visto no tenía intensiones de marcharse—. Soy la maestra de Naruto. Va a mi clase.

—Sí, lo sé —respondió Hinata algo cortante—. Voy al mismo instituto.

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