Hanabi se muerde el labio y respira con fuerza.
—Pasame un clinex, anda. Qué se me caen los mocos.
Mientras lo dice se acerca a ella y finge intentar mancharla con uno, echa el cuerpo hacia atrás para intentar esquivarlo y empieza a reírse.
—¡Para! No, en serio. Como me toques con el moco me enfado.
Le tiende un clinex y se suena la nariz.
—Oye, y a ti, ¿desde cuando te gusta ese Naruto? Yo se que cuando uno dice odiar mucho a alguien es porque algo más sucede.
Hinata se remueve, incómoda.
—¿De que estás hablando? —suelta una risa irónica—. Él y yo nos odiamos. Jamás podría verlo de otro modo.
—Ya sabes. Tu hermana...
—... se entera de todo. Sí, me ha quedado claro —la ve soltar una risita y juntar los pies en el suelo—. Y te digo la verdad, ese sopenco ni siquiera es mi amigo. Lo que sucedió en el baño de hombres son cosas que pasan cuando te dejas llevar. Al final, siempre habido tensión entre nosotros dos.
—¿Sexual? —preguntó Hanabi traviesa.
—¡Nooo! —exclamó escandalizada—. ¿Cómo se te ocurre? —dice, exagerando de sobremanera la cara de asco.
—No me vengas con gilipolleces, ¿crees que no se de que Naruto hablas? Ya me han contando que fue con uno de los populares.
—Basta, Hanabi —Hinata se tapa los oídos como si fuera una niña—. No se me da hablar de esto contigo.
—Está bien —contesta levantando las cejas—. Se que seguro el problema es la tensión sexual, ¿sabias?
Hinata grita y agita los brazos en el aire como una animadora.
—Y yo pensando que no podías decir algo aún peor...
—¿Me estás vacilando? Es que menudo convento que te estás mandando ahora, dicen que es guapo. Te darás cuenta cuando sientas verdadera devoción aquí —comenta señalando su zona íntima.
—Hanabi, por favor —se pone roja.
—¿De verdad estáis saliendo juntos?
—No. Son rumores.
—¿No se han besado?
—No, por Dios.
—No te creo.
—No hemos hecho nada.
La estudia como si estuviera incorporando en ella un poligrafo de la verdad.
—Vale, sí te creo. Pues vaya, no sois pareja.
—Bien.
—¿Y por qué no?
—Hanabi, estoy echa un desastre. No tengo intenciones de hablar.
—Eso es una chorrada.
—¿Puedes largarte? —le dice Hinata riendo y alargando los brazos para empujarla lejos de la cama.
Hanabi le guiña un ojo cuando está por salir.
—Buenas noches.Era tarde. Después de darse un baño y colocar la ropa chisporroteda de chocolate en la cesta, se acurruca en la cama. Por un momento piensa en el helado cornette que no pudo comerse, y se ve pensando en Naruto.
¿Tensión sexual? Hanabi debía de estar enferma de la cabeza.
Ella jamás pensaría en Naruto su enemigo de ese modo.
Nunca.Jamás.
Ni en toda la eternidad.
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|En tus zapatos|
FanfikceDicen que cuando pides un deseo: a veces esta el demonio. Para joderte la vida, solamente. Una historia tan divertida y dramática tiene muchos demonios y hay que estar alerta a no caer en sus garras. Por suerte, no hablamos de uno literalmente; Hi...