Capitulo 32

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La había invitado a un banquete, casi a medianoche. Se sienta a varias sillas de distancia de Minato y picotea de un plato de queso crujiente. Un trío de mujeres canta a capela para todos en una esquina del salón, mientras los invitados del padre de Naruto intentan impresionarse unos a otros con su ingenio.

Naruto reía con cierta indulgencia a los invitados y bostezaba como un gato. Kurama paseaba por el salón, y en las sombras de vez en cuando, analizaba a cada persona con su pelaje hecho un desastre, como si ni siquiera le molestara acicalarse como los gatos normales. Sus miradas se cruzan un instante y es ella la que se aparta ruborizada.

Sirven vino en garrafas de colores. Despiden un olor a aguamarina, a cuarzo y rubí. Llega otro plato, con carpaccio de esmedregal con vinagreta de salicornia, segundos después una crema de calabaza con centro de Foie Gras.

Después traen unas cúpulas de cristal, bajo las cuales hay un pescado de piel dorada en un colchón de espárragos y una salsa de color Borgoña.

—Proviene de las costas —dice una de las cocineras vestidas para la ocasión. Después hace una especie de reverencia.

¿Todavía en este siglo moderno se sigue haciendo eso?, pensó Hinata.

Hinata se queda mirando a Minato, pero la ignora deliberadamente. Le sienta fatal. Podía entender su enfado, todo lo que le había pasado a Naruto, no era más que su culpa.

Las cúpulas se levantan a su alrededor, y el humo, que despide un olorcillo a hierbas y granos de pimienta, inunda la estancia.

Sasuke se ha sentado junto a Naruto, tras colocar sobre su regazo a Sakura que antes ocupaba el asiento. Ella levanta sus pies y echa hacia atrás su cabeza para soltar una carcajada.

—Vaya —dice Naruto, que recoge su cubierto de su plato—. Parece que mi pescado tiene algo en la barriga.

—Y el mío —dice Ino que esta del otro lado, recogiendo una perla reluciente del tamaño de una uña. Se ríe con deleite—. Un regalo del mar.

—Un presente para cada uno —menciona Minato, con mirada reluciente—, por apoyarnos cuando las cosas parecían oscuras.

Cada pez contiene un tesoro. Minato después llama a los cocineros, pero todos tartamudean ante su negativa, los reta por no haberles avisado antes a los invitados, jurando que el personal de cocina solo los alimentó con hierbas.

Hinata se ríe al contemplar su plato, cuando se da cuenta, ve que Sasuke tiene en la mano una perla tambien un poco más grande que la de Ino.

—Ya veo que no le quitas el ojo —dice Temari, quien fue invitada a la celebración a último momento. Se sienta junto a Hinata.

Esta noche lleva un vestido de encaje  negro. Su cabello rubio está recogido con dos peines de oro en forma de rosa, adornados con plata.

—Puede que solo esté observando las barajitas con la que los privilegiados como el padre de Naruto, quiere complacer a sus invitados —replica.

Temari coge un espárrago del plato de Hinata y se lo coloca en la punta de la lengua.

—Hace mucho tiempo me fijé en tu noviecito, pero perdí la oportunidad de intentar algo con él a cambio de los besos de Shikamaru, tan azucarados como ese postre de ahí —dice—.  Es increíble como Sakura puede todavía estar encima de Sasuke, si él aún no la ha aceptado de vuelta. Como si perdiera su amor, ¿no es así? Pero todos sabemos lo que perdiste tú.

—¿De qué hablas? —alza una ceja.

—Bueno —Temari se encoge de hombros—. Es evidente que Naruto no te ha hablado en toda la velada. No voltea a mirarte. ¿Crees que estará enojado?

|En tus zapatos|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora