Capitulo 12

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Hinata... En fin, lo más probable es que estaba perdiendo la razón.

Eran las 23:40 y estaba paseando nerviosa arriba y abajo. Nada más volver a la parte residencial e irse al dormitorio que compartía con Sakura e Ino, tiro su saco y su bufanda sobre el vestido. Se peina el pelo con las manos.

—Aquí no pasa nada. No pasa nada —murmura moviéndose de un lado a otro.

Estaba claro que había sido una idea horrorosa. Pero no pasaba nada.

No sabía muy bien que era lo que debería quitarse. No sabía con seguridad cuál era el código de vestimenta adecuado cuando invitabas a tu enemigo a un dormitorio convertido en mejor amigo para tener relaciones sexuales, sobre todo cuando dicho dormitorio estaba siendo compartido con tus mejores amigas, sobró todo cuando dicha persona tiene novia, y sobre cuando dicha persona también es tan misteriosa.

Quince minutos después Sakura no ha llegado a dormir y Ino tampoco se presentaba en el dormitorio, lo que le suponía un alivio.

La habitación del hotel estaba iluminada de manera tenue: una única lámpara en el rincón, junto al sofá, que confiere un tono neutro al celeste intenso de las paredes.

Hinata observa la chimenea antigua, los detalles del relieve de la repisa, casi tan antigua como los dinosaurios, tal vez no fuera el mejor hotel de alaska, pero estaba bastante bien.

Hace verdaderos esfuerzos para no pensar en lo que iba a suceder a continuación. Puede que su primera vez con Kiba la haya ayudado a entender lo que era tener relaciones con un chico, pero había sido una primera experiencia muy horrible, y tenía miedo.

No sabía cómo era Naruto. ¿Sería rudo? ¿Sería gentil? Ni siquiera ha investigado un poco más. No era una experta. Solo una muchacha con una primera mala experiencia que trataba de dar siempre su mejor esfuerzo. Tiene diagramas. Puede hacerlo.

La verdad es que deseaba mucho probarlo. Deseaba hacerlo. De eso no tenía dudas.

Cierra los ojos y se apoya en la cama con las manos, como agobiada, y su mente vuelve a mostrar la imagen de Naruto, las líneas rectas de su traje, la sensación de su aliento en la cara cuando la beso.

Y siente en el estómago como si tuviera una horda de personas haciendo acrobacias, una sensación que por nada del mundo piensa contarle a nadie, jamás.

Naruto, ese chico. Naruto, el muchacho que estaba en el club. Naruto, el hombre que iba a estar en su cama.

Se recuerda a sí misma que ni siquiera siente nada por él. Nada de nada.
De pronto, se oye que llaman a la puerta. Hinata mira el móvil: las 23:49.

Abre la puerta.
Permanece unos instantes de pie y expulsa aire muy despacio, sin apartar la mirada de Naruto. No sabía si alguna vez pensó si estaba permitido mirarlo.

Naruto era alto, y guapísimo. Justo como lo había descrito Sakura. Tenía dinero o era medio miembro de familia con dinero y traía un leve cerco (rastro) de vino tinto en los labios.

Había dejado en algún sitio su saco y su bufanda y llevaba la camisa remangada hasta los codos. La expresión de sus ojos dice que está nervioso, pero le ofrece a Hinata una sonrisa ladeada teñida de rosa.

—Perdona que llegue antes.

Hinata se muerde el labio.

—¿Te costó llegar hasta el Ala Este?

—Exceptuando el hecho de que no está permitido que los chicos bajemos a donde están las chicas, no me costó. Me ha ayudado una mujer de seguridad —confiesa Naruto—. Me parece que era una buena persona. No me ha hecho ninguna pregunta.

|En tus zapatos|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora