Él la acorrala hasta que choca contra la pared y se va hacia detrás a punto de caer encima del W.C.
—Venga, déjame ayudarte —le dice.
—¡No, Naruto, espera! —chilla horrorizada, apartándole las manos—. No se como hacer esto.
—Mira, te pones así —dice abriendo mucho las piernas y inclinándose hacia adelante—, bajas la cremallera y empiezas a dejar que se mueva mientras terminas de orinar. Si quieres no lo toques, solo deja que salga, o como te apetezca.
—Hago eso y te juro que me corto la mano luego —le advierte Hinata—. Tú ni caso. Pero si es que podrías... no se. ¿Deberías ayudarme a hacerlo?
—¿Qué? —arquea una ceja con diversión—. ¿Quieres que me toque estando en tu cuerpo?
Los ojos de Naruto o sea, Hinata, se agrandan.
—No, tienes razón. Ha sido una estupidez.
—¿Qué vamos a hacer? —dijo Naruto dejando escapar un bufido—. No puedo pasar el resto del día siendo tú. Creo que explotare. ¿Por qué eres tan sensible joder? He estado todo el día con una necesidad de llorar.
—¡Déjame en paz, machote! —Hinata bajo la vista hasta él—. Tienes una lengua muy osada. Un día menos pensado, alguien te la va a cortar y te la hará tragar.
—Eso me dice todo el mundo —Naruto cogío la mochila y pareciera que de sus ojos saltaron chispas—. ¿Te he ofendido? Pues perdóname..., pero eres escoria, Hinata, no te llames al engaño. A ti no te importa nada, te paseas por ahí creyendo que eres la dama de honor, la que tiene el deber de la amistad —volvió a hablar mordazmente.
—¿Y? Eso ya no importa. Al parecer, ahora tendrás que pasar el resto del día siendo yo, y no eres ningún santo. Eres el idiota más grande del universo. Crees que andas sobrado en oro. Cuando llegue el momento de lanzar los dardos, espero que estes listo —Hinata alargo el brazo y lo aparto con algo de brusquedad.
—¿Estas diciendo que no tienes idea de cómo revertir esto? —hace un ademán con la mano señalándose, como si fuera una pesadilla estar en su cuerpo.
—Exacto, Naruto, no tengo la más mínima idea —sonrió divertida—. Si tú no te comportas en mi cuerpo, yo voy a hacer un desastre con tu imagen.
El calor y la tensión chisporroteaba alrededor. Naruto se puso rígido y dejó volver a caer la mochila.
—Siento que me voy a volver loco y no llevamos ni dos horas —dijo, con voz derrotada—. Esto a sido todo tu culpa, ¿lo sabes? Si no hubieras dicho eso ayer... no pienso estar a tu servicio... pero tampoco quiero que vayas por ahí y me hagas ver mal, cada vez que te molestes.
—Bueno, tampoco es que tengas buena fama —replicó Hinata—. No me cabe duda que me traicionaras tan deprisa como traicionaste a esa chica del verano pasado.
—No se te ocurra jugar con eso —le advierte—. O te juro que...
—¿Que, qué? —lo enfrenta—. ¿Te piensas que puedes hacer algo en esta situación?
—No sacarás ningún beneficio de esto —dice de prisa.
—Sí en algún momento te entran tentaciones de traicionarme, acuérdate de esto, Naruto: igual buscare la forma, la que sea, de humillarte como lo has hecho los últimos meses. Me encantaría poder vengarme de ti. En fin, quiero preguntarte una cosa más...
Naruto se sentó encima de la tapa del inodoro con las piernas cruzadas, y tenía la cara muy pálida.
—¿Qué?

ESTÁS LEYENDO
|En tus zapatos|
FanfictionDicen que cuando pides un deseo: a veces esta el demonio. Para joderte la vida, solamente. Una historia tan divertida y dramática tiene muchos demonios y hay que estar alerta a no caer en sus garras. Por suerte, no hablamos de uno literalmente; Hi...