Capitulo 13

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La habitación cambió.
Y las imágenes se abatieron sobre el antes de que pudiera detenerlas. El insoportable frío. Las llamas de un naranja intenso que infestaba cada centímetro de su antigua casa. La pesadilla, el pánico.

Y su madre, que no podía salir de aquella habitación, y él ni siquiera pudo ayudarla. Un río de sangre. La voz de Kushina resonando en su cabeza después de que Naruto fuera sacado por el cuerpo de bomberos.

Las consecuencias del incendio.

Ahora, el suelo cambió. Tenía seis años, y estaba corriendo sobre un campo de Magnolias. Escucha el sonido de unas llaves, Minato riendo y Kushina con su largo cabello, brillante, rojo como el fuego, entro con una energía que sacudió todo. Su madre vestía un precioso vestido de color plateado y el abrigo beige tintineaba con sus botones mientras repiqueteaba sus zapatos, como cubiertos de campanillas.

—La cena esta lista, amores míos —dijo la voz de su madre, y quito la bandeja.

Cuando Naruto levantó la mirada el rostro de su madre había cambiado. Pues lo peor de todo era que donde habían estado unos ojos grises moteados de violeta, solo había cavidades negras, como si se los hubieran tachado.

Estaba mal, muy mal. Naruto se encontraba en un lugar equivocado. Debía haber un error, no merecía estar ahí.

—¡Ayúdenme! —gritó, pero su voz era un susurro.

De pronto, otra vez la imagen cambió.
Estaba sobre el regazo de su madre, el olor a miel y otras flores inundó sus fosas nasales y estaba aferrándose a la falda de Kushina.

—Estoy aquí

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—Estoy aquí... —le decía ella, con aquella voz calmada, y acariciando la melena rubia de su cabeza—. Estoy aquí, hijo.

—¿Por qué te fuiste? —susurró él, con la voz ahogada—. Estaba... papá y yo.... —titubeaba.

—¡Tranquilo! —exclama riendo, se inclinó hacia adelante y le susurró al oído—. No pasa nada. No hay peligro. Yo estoy bien, ¿y tú cómo estás?

Con el corazón latiéndole a mil, su vista se adaptó a la brillante luz. Solo estaba ella, con aquella expresión de amor en su rostro, junto a él, observándolo.

—¡Ah! —Naruto volvió a hundirse colocando la cabeza en su regazo... y se llevó la mano hasta la cara—. Estás aquí realmente... ¿otra vez estoy soñando?

—Sí —respondió su madre—. Pero sabes que vendré por ti cada vez que tengas una pesadilla. Estoy bien... de verdad.

—Te extraño... —trato de alejarse para mirarla mejor, pero ella lo aferró entre sus brazos—. L-Lo siento tanto... si tan solo hubiera podido hacer algo ese día, tú estarías aquí conmi...

—Basta —susurró en su oído cuando lo apretó contra su cuerpo. Y la vio sonreír con tristeza—. Te amo, siempre lo haré. Quiero que sigas con tu vida, el aire fresco te ayudará, como a tu padre. Espero que consigan una persona que los ame tanto como yo y tenga el mismo efecto en ti, que yo.

|En tus zapatos|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora