Naruto salió a toda velocidad.
Lo que se veía durante todo el camino eran baches y hebras de bruma azulada y reflejos pálidos de charcos con juncos, que se sacudían detrás de otros, hasta formar una línea pálida sobre el cielo. Y el cielo estrellado ocupaba todo lo demás, aún más inmenso.Naruto se quedó con el manos libres en el oído y colocó el móvil en el asiento copiloto. Conduciendo a toda velocidad, con el corazón desbocado, esperando que, de alguna u otra forma encontrará a Hinata, convencido que no se moviera de su lugar.
No descolgó la llamada en ningún segundo.
Había sido un completo descuidado y no había avisado a Hinata que posiblemente se encontraría con el mismo gordo bastardo que lo había abordado en la tarde con intenciones de herirla.—No cuelgues el teléfono —le dice Naruto—. Has como que estás hablando con tu novio.
—Joder —dice Hinata en el altavoz—. Eso es imposible. No se me da bien actuar, y menos cuando estoy nerviosa
—Bien, hablemos —sondea, para intentar tranquilizarla—. ¿De verdad Nagini era una mujer?
—Naruto, no creo que eso me ayu...
—Yo pensaba que Voldemort la había conseguido por ahí —siguió hablando sin prestarle atención—, ¿sabes cual es mi favorita de toda la saga?
—Ilústrame —Hinata tose, y la escucha sorber la nariz—. Me encantan tus gustos —dice sarcástica.
—Bueno —continúa Naruto, acelerando un poco más—, da lo mismo. No te contaré si te sigues burlando. Sera mejor que te maté uno de esos puñeteros pavos.
—La verdad es que creo que no... Ah, se ha movido... creo que se está acercando a mi —se oye una serie de crujidos, el viento chocar contra el móvil de Hinata, y su fuerte respiración que suena claramente a través del altavoz—. Ah, Dios... me he asustado. Pero se ha movido más cerca.
—Hinata.
—Tengo un frío de la ostia. Voy a pillar un resfriado como siga aquí —se queja, en voz baja.
—Es... ¡eh, que te quedes quieto, kurama! ¡Te vas a venir de hocico! —esta vez Hinata escucha un maullido ofendido a los lejos—. No, kurama, no seas cabrón.
—¿Se puede saber qué pasa? ¿Kurama?
—El imbécil de mi gato —explica Naruto—. Pesa una tonelada y todavía tiene los cojones de colarse al coche. Siempre me sigue a todas partes.
—¿Que estás haciendo ahora? —la escucha agitada.
—¿Qué estoy haciendo? —repitió con sarcasmo—. Intentando dormir. ¿Que clase de pregunta es esa? Voy camino a buscarte.
—Vale, pero estás con tu gato, ¿no?
—Se llama Kurama, sí —le corrige—. Dios, no deja de acosarme una mujer con amnesia y un pavo depravado.
—¿Y?
Naruto lanza otro profundo suspiro. Siempre estaba suspirando cuando la cosa tiene que ver con Hinata. Resultaba asombroso que todavía le quedará aire.
—Pues... ¿quieres saber cuál es mi película favorita?
—Sí —responde ella de inmediato.
—Harry Potter y el principe mestizo.
—Muy mono. Pero no es un poco cliché, quiero decir, a todos les gusta esa.
—¿Y tú cuál piensas que es la adecuada? —suspira irritado.
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|En tus zapatos|
FanfictionDicen que cuando pides un deseo: a veces esta el demonio. Para joderte la vida, solamente. Una historia tan divertida y dramática tiene muchos demonios y hay que estar alerta a no caer en sus garras. Por suerte, no hablamos de uno literalmente; Hi...