34. La muerte a nuestro alrededor

347 42 15
                                    

- ¿Qué quieres decir con que los muertos están siendo devorados por la nada, Bonnie? - exigí saber bastante angustiada, mientras el helicóptero comenzaba a sobrevolar New Orleans.

La chica guardó silencio por un momento e incluso a través del silencio del teléfono, podía sentir cuan contrariada estaba.

- No quise contártelo en el momento porque estabas en muy mal estado y no quería que sufrieras más; pero lo que Matt describió... es exactamente lo que pasó con Katherine. - soltó Bonnie con voz temblorosa.

Sentí como si un diminuto cubo de hielo se deslizara desde mi cuello hasta mi espalda baja.

- ¿Qué quieres decir? - exigí saber, mirando a través de la ventana mientras el piloto comenzaba a prepararse para el aterrizaje. - ¿Qué es lo que pasó con Katherine? No entiendo, ¿no está en el Otro Lado? - inquirí comenzando a sentirme mareada.

- Tu hermana... - Bonnie buscó con cuidado las palabras. - ella no pasó a través de mí. - soltó entonces sin adornarlo demasiado. - Ella fue... no lo sé, succionada por la noche. - suspiró como si le hubiera costado guardarse esa información durante tanto tiempo.

- ¿Succionada hacia dónde? - alcé un par de octavas la voz, presa de la frustración.

- No lo sé, Alexa. Lo siento. - se disculpó y sabía que lo hacía genuinamente, pero eso no me proveía ningún confort. - A donde sea que se haya ido... no creo que haya sido al Otro Lado.

Había estado tan molesta con Katherine cuando había muerto; había sido tan complicado avanzar desde eso... que la información que Bonnie compartía conmigo me llevaba de vuelta al estado de desconcierto que había experimentado después de su perdida. Saber que... o, mejor dicho, no saber que demonios había sucedido con mi hermana... volvía a abrir la herida.

Y aún así, sólo hubo un pensamiento claro en mi cabeza en aquel momento.

- ¿Nadia? - necesité saber, tragando grueso y sintiendo como los ojos se me anegaban en lágrimas.

- Ella pasó, no te preocupes. - tranquilizó Bonnie con voz lastimera. - Pero quiero decir, esto es realmente malo. El Otro Lado está implosionando y... no estoy completamente segura de lo que signifique o que consecuencias pueda tener. - explicó entonces siendo completamente honesta.

- Ok, bueno... tengo que dejarte ahora; estoy aterrizando. - aclaré. - Me aseguraré de que todo esté bien aquí y trataré de conseguir información sobre cómo demonios solucionarlo. - Bonnie guardó silencio. - Intenta hacer lo mismo y déjame saber si descubres algo. - pedí. Quizás Bonnie ya no tuviera magia, pero tenía grimorios y mucho conocimiento y experiencia que eran realmente útiles.

- Ok, te veo pronto. - se despidió diligente. Sabía que podía contar con ella y confiar en que haría exactamente lo que le había pedido. Bonnie era una gran persona y su rasgo más característico era que siempre estaba dispuesta a sacrificarse por las personas que amaba; sin importar qué. Era más probable que ella averiguara algo útil a que yo lo hiciera, sólo por ese hecho.

Finalmente, cuando el aterrizaje hubo terminado, me subí a un taxi que me llevó directamente al complejo Mikaelson. No había traído maletas ni nada, así que solamente había bajado del auto y había empujado la pesada puerta de la entrada para encontrar a Elijah, ataviado en un traje más formal de los que acostumbrada a usar.

- Te ves cansada. - observó cuando cerré la pesada puerta a mis espaldas y me adentré en el complejo. Estaba desierto y daba la impresión de que sólo Elijah y yo estábamos en él.

- No pude pegar un ojo en toda la noche. - mentí parcialmente. Si bien era cierto que desde que había hablado con Nik no había vuelto a dormir y había esperado despierta a que saliera el sol y el helicóptero estuviera listo para volar... también sabía que la magia que había absorbido me estaba jugando en contra. Pero no podía hablar al respecto con nadie.

Alexandra Petrova: Fin del CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora