40. Las despedidas apestan

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Al final, resultó que los Viajantes no eran particularmente ingeniosos con sus escondites. Con la ayuda de la Sheriff Forbes y el cuerpo policial de Mystic Fall, que rara vez resultaban útiles para los problemas que enfrentaba el pueblo, Matt y Jeremy habían logrado ubicar los cuerpos de los Viajantes en una casa recién adquirida por un hombre bajo el nombre 'John Smith'. Como había dicho, muy ingeniosos.

La casa era bastante modesta. Piso de madera pulida y las paredes estaban cubiertas por un papel tapiz blanco estampado con flores azules, que olía a abuelita. A primera vista, no daba la impresión que haber nada extraño en aquella residencia. Pero una vez que llegabas a la planta superior, era otra historia.

Desde el momento en el alcanzabas el descanso de la planta superior, desperdigados por todo el pasillo, estaban los cuerpos sin vida de los Viajantes. Hombres y mujeres por igual, tirados sin mayor cuidado en el suelo o sobre el mobiliario de las habitaciones, cuyas puertas estaban abiertas de manera despreocupada.

No me había detenido a contarlos, pero eran más de cuarenta cuerpos, fácilmente. Y estaban bastante segura de que mientras Matt, Jeremy, Damon y yo cargabamos los cuerpos en un camión que Matt había tomado "prestado" del Grill, se encontraban invadiendo más cuerpos y sólo era cuestión de tiempo antes de que la cifra se duplicara.

Había sido extenuante el esfuerzo de cargar los cuerpos, aunque mi intervención había sido mínima. Era evidente que aún no estaba completamente recuperada de mi incursión al Otro Lado. Y lo detestaba. Habían pocas cosas que detestara más que sentirme débil. La mayoría del trabajo muscular había corrido por parte de Jeremy y Matt, Damon había dicho que era el momento para que desmostraran si su tiempo en el gimnasio realmente estaba sirviendo para algo. Hasta que comenzó a pasar demasiado tiempo y decidió que era el momento de utilizar la velocidad vampírica.

Damon se había asegurado de dejar una nota:

"ASPIRANTES A BRUJAS ENCONTRADOS.

Para mayor información,
llame a Damon Salvatore. "

Antes de lo esperado, nos dirigíamos de regreso a la casa Salvatore, con Matt, Jeremy y el camión cargado de Viajantes a nuestra espalda. La descarga había sido más rápida y efectiva, porque Caroline había estado involucrada.

Bonnie también había llegado e incluso con su pequeño cuerpo, había logrado ser más útil que yo. Una vez los cuerpos fueron depositados en el suelo, mobiliario e incluso sobre la mesa de billar, hubo un momento de silencio, mientras todos mirábamos a nuestro alrededor contemplando la escena.

- Bueno... ¿Ahora qué? - formulé la pregunta que todos se hacían, pero nadie se atrevía a pronunciar.

- Ahora esperamos... - sonrió Damon complacido por lo que ocurría a su alrededor.

Pero la sonrisa le duró poco porque repentinamente, una estaca de madera voló por los aires y se clavó en su pecho, peligrosamente cerca del corazón pero no lo suficiente para representar un peligro real.

Instintivamente todo el mundo se cubrió, mientras yo me acercaba a Damon para ayudarle sin entender qué carajo acababa de sucedes.

- ¡Maldito seas, Enzo! - espetó Damon entre dientes, mientras retiraba la estaca de su pecho y la dejaba caer al suelo.

- ¡Te lo dije! - exclamó Bonnie mientras a manera de reproche miraba hacia la chimenea, en donde no había absolutamente nadie. - ¡Dice que prometiste traerlo de vuelta! - entonces Bonnie se volvió de nuevo y entornó los ojos. - Por favor, cállate ya. - pidió a la nada, y aunque sabía que hablaba con Enzo, no dejaba de lucir extraño. - Necesitas arreglar ésto antes de que pierda la cabeza. - soltó entonces severa, mirando a Damon con gravedad.

Alexandra Petrova: Fin del CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora