4. Fallos en el Plan

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- No podrás romper esas cuerdas. - le advirtió a Damon con voz serena y comenzó a pasearse alrededor de la cabaña, con la mirada fija en la flor que sostenía. - El hechizo no lo soltará hasta que obtenga lo que quiero.

Damon la miró e hizo una mueca, volviéndose hacia ella.

- Bueno, supongo que los rumores son ciertos. Eres un rayo de luz. - soltó sarcásticamente y alzó las cejas para acompañar el gesto.

- ¿Y qué es lo que quieres? - inquirí yo por mi parte y sus ojos oscuros volaron hacía mí, con odio. Cómo si algo de lo que hubiera dicho hubiera sido terriblemente ofensivo para ella. Retrocedí, un poco intimidada y choqué con Damon, que también había notado el gesto y se había adelantado para cubrirme con su cuerpo, a manera de protección.

- Voy a vincular a Stefan y a Silas. - reveló con una sonrisa divertida en el rostro. - Realizar un hechizo de vinculación con su doppelganger neutralizará los poderes mentales de Silas. - explicó ante la confusión en nuestros rostros. - Una vez esté débil, voy a obligarlo a tomar la cura. - volvió a decir como su fuera la cosa más fácil del mundo.

Damon hizo un mohín.

- Bueno, esa es una buena idea. - reconoció. - Pero el problema es que la cura ya ha sido usada, ya ha sido digerida, ya no existe. - explicó por su parte.

- ¿Te refieres a Katherine? - inquirió Qetsiyah, sin inmutarse. Yo me removí incómoda, detrás de Damon... ¿cómo demonios sabía de Katherine? - Soy consciente de su condición. - asintió lentamente. - Se suponía que estuviera contigo. - ladeó la cabeza, con curiosidad.

- Espera, ¿Katherine tomó la cura? - intervino Stefan, incrédulo aún atado a la silla.

- Tenemos mucho en lo que ponernos al día, hermanito. - le espetó Damon, mirándolo por encima del hombro. Entonces negó enérgicamente con la cabeza. - Espera un segundo, ¿qué quieres decir con que se supone que estuviera conmigo? - finalmente Damon lo había captado y se había planteado la misma pregunta que yo. - ¿Tú planteaste esos sueños? - dedujo, mucho más rápido de lo que yo había podido. - ¿Qué es? ¿Un truco de fiesta de brujas? - inquirió insolente y yo lo miré, con reproche.

- ¿Dónde está ella entonces? - inquirió Qetsiyah, deteniéndose frente al fuego que ardía en la chimenea y arrojando la flor que había estado mimando hasta entonces. No había negado lo que Damon había dicho.

- Tuvimos un pequeño problema. - sonrió hipócritamente.

Qetsiyah esbozó una sonrisa pacífica y fue a posarse detrás de una pequeña mesa redonda en dónde reposaba un bol, lleno de hierbas y un par de objetos extraños.

- Bueno, entonces comenzaré sin ella. - soltó confiada, extendió sus manos sobre el bol, cerró los ojos y comenzó a recitar un hechizo. - Adatu Khan Leala Ghan Breatvis Shemil. - halé a Damon por la camisa desde su espaldas, asustada. Aquello no era latín y no me gustaba nada como sonaba. Damon entendió el mensaje.

- Ok bueno, gracias por la hospitalidad. - dijo con ímpetu, mientras me tomaba de la mano y retrocedía. - Pero deberíamos irnos yendo si queremos ganarle al tráfico.

- Sí, sí. Él tiene razón. - coincidió Stefan, que se removió, intentando liberarse de las cuerdas. Qetsiyah abrió los ojos bruscamente y los clavó con agresividad en el rostro de Damon.

- Probablemente no quieras buscar mi lado malo. - amenazó sin inmutarse demasiado.

- ¿Eres consciente de que no eres la única con un lado malo, verdad? - preguntó Damon, con una sonrisa educada.

Alexandra Petrova: Fin del CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora