6. La chica en el ático

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Tras una discusión bastante aireada con Damon, él había intentado usar la compulsión para obligarme a permanecer en casa, mientras se iba a arreglar algunas cosas para un pequeño funeral que planeaban tener para Bonnie.

- No sé si puedes oírme Bonnie, pero realmente lo siento. - me disculpé por no poder asistir a su funeral, girando sobre mi propio eje, sin ver a ningún lugar en específico, mientras lanzaba el bolso en el interior del helicóptero y subía con ayuda del piloto.

Había estado tomando verbena, sin que Damon lo supiera. Así que cuando regresara a casa y no me consiguiera; bueno, digamos que se iba a llevar tremenda sorpresa.

Cuando todo estuvo listo y el helicóptero tomó vuelo; dejando atrás el helipuerto en las afueras de Mystic Falls a dónde había llegado pagando un taxi con dinero que le había robado a Damon... suspiré profundo, mientras el estómago se me encogía un poco.

Sabía que lo que hacía era arriesgado, y mentiría al decir que no sentía miedo. Pero el miedo y yo teníamos una larga historia de coexistencia que presentía, no estaba ni cerca de terminar.

Tenía un objetivo y un plan para lograrlo, o al menos el boceto de un plan. El problema era lo que estaba entre el lugar en dónde me encontraba y mi objetivo. Dependía profundamente de lo que otras personas pudieran o quisieran hacer por mí y sabía que atentaba contra todas las precauciones que Damon y Klaus habían intentado establecer a mi alrededor.

Había estado tan sumida en mis pensamientos, ensayando conversaciones en mi mente, trazando líneas para el plan y alternativas en caso de que las cosas no salieran como esperaba, que casi un par de horas más tarde cuando el helicóptero tocó suelo, no pude evitar dar un respingo y sorprenderme.

El piloto me regresó las llaves y yo le agradecí, preguntándome cuánto tiempo tendría antes de que le informara a Klaus sobre el viaje que había tomado. Porque estaba absolutamente segura de que aquel hombre estaba bajo compulsión y al servicio de Nik.

Mientras abandonaba el helipuerto y me topaba con una estación de taxis, reflexioné que probablemente Damon ya habría llamado a Klaus para informarle mi desaparición. Resoplé, entorné los ojos y solicité un taxi.

Una vez en el interior del taxi saqué de mi bolso un pasamontañas, dentro del cual escondí mi cabello; unos lentes oscuros y grandes, que por poco tapaban mis mejillas; y un suéter ancho, holgado y con capucha, que coloqué sobre mí cabeza, y con la que intenté cubrir la mitad superior de mi rostro. Lo que necesitaba hacer, necesitaba hacerlo a escondidas de Klaus; o él no me dejaría hacerlo.

El chófer me miró extrañado, pero no dijo nada. Imaginaba que aquello no era lo más extraño que le había tocado presenciar en New Orleans. Le dí la dirección según la recordaba y estuve aliviada cuando se detuvo frente al bar que recordaba.

Le pagué con el dinero de Damon y bajé del auto, colgando mi bolso a mis espaldas y suspirando profundo para calmar los temblores que recorrían mi cuerpo, antes de dar un asentimiento seco y adentrarme en el bar. Estaba exactamente igual como lo recordaba, excepto quizás, un poco más oscuro. Todas las miradas se volvieron hacía mí tan pronto la puerta se cerró a mis espaldas y tragando grueso, apreté con fuerza la estaca que llevaba en el interior del suéter, para sentirme más segura.

En el bar, reconocí al hombre de ojos azules y boína que había reventado la puerta de la sala de aislamiento. Inhalé con fuerza y caminé con paso decidido hacia él, intentando ignorar las miradas que sentía sobre mi pescuezo. Él me miró con curiosidad, hasta que estuve de pie frente a él y lo miré a los ojos.

- ¿Eres Thierry, cierto? - inquirí, haciendo acopio de toda mi fuerza para que mi voz no develara lo asustada que estaba. Él dió un asentimiento seco y me miró de arriba abajo, pensativo. - ¿Dónde puedo encontrar a Marcel? - fui directo al grano. Thierry esbozó una diminuta sonrisa sin dientes.

Alexandra Petrova: Fin del CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora