21. Sobre la colina

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- ¡ALEXA, POR FAVOR! - gritó Matt que temblaba de pies a cabeza. - ¡VAS A MATARLO!

Matt tenía razón. Podía sentir en la palma de mi mano cerrada cada latido que el corazón de Tyler se saltaba, cuando tiraba con fuerza de una pierna o un brazo y el dolor lo estremecía con brutalidad.

- Es lo que se merece. - solté ladeando la cabeza ligeramente, mientras escrudiñaba a Tyler, aún suspendido en el aire y casi inconsciente.

Había sangre cubriendo la mayor parte de su rostro, sangre que había corrido por todo su torso y había manchado su camiseta y parte de su pantalón. Sus ojos estaban inyectados en sangre, a punto de salir volando de su cráneo. Uno de sus brazos estaba dislocado y una de sus piernas estaba torcida en un ángulo grotesco y antinatural. Los gritos de dolor habían disminuido y ahora sólo eran gemidos insoportables, como aullidos de animal herido. Pero los aullidos eran cada vez menos intensos y más esporádicos, lo que significaba que no le quedaba mucho.

- ¡ALEXA! - bramó Jeremy antes de intentar correr hacía mí.

Pero agité el brazo que tenía libre en su dirección y Jeremy salió despedido contra la pared, barrido por una corriente de aire.

- ¡JEREMY! - lloró Bonnie, que había tenido la prudencia de permanecer en el mismo sitio, a pesar de todo.

- Shhh, shhh Tyler. - susurré bajo mi aliento, cuando un nuevo aullido logró superar la barrera de sonido de los gritos de los humanos. - Todo acabará pronto.

Clavé las uñas en la palma de mi mano y del lado izquierdo del pecho del híbrido, comenzó a escurrir sangre que traspasó rápidamente la delgada tela de su camiseta; y acto seguido se sacudió como un insecto justo antes de morir.

Todo lo que debía hacer era halar.

- Uno... - conté con expresión vacía en el rostro. - dos...

- ¡NO, NO, NO!

- ...tres.

- Alexandra...

El nombre no había sido más que un susurro, muy por debajo del caos que reinaba a mi alrededor, pero había llegado a mis oídos con claridad; como la calma en medio de la tormenta. El agarre de mi mano aflojó, cuando volví la cabeza para mirar bajo el marco de la entrada de la sala.

Klaus estaba de pie, con los ojos muy abiertos y una mano extendida en mi dirección, mientras observaba con horror lo que ocurría a mi alrededor.

- ¿Nik? - ladeé la cabeza, como un cachorro confundido. - ¿Qué estás haciendo aquí? - balbuceé.

Él dió otro vistazo rápido alrededor y reparó en Stefan, que yacía muerto en un charco de agua sobre la alfombra frente a la chimenea. Me dedicó una mirada precavida y amagó con dar un paso hacia mí, cuando no se topó con una negativa de mi parte, dió un par de pasos más, mirando con gravedad hacia arriba, mientras pasaba junto a Tyler, que apenas gemía ya.

- Comprendí que éste es el unico lugar en dónde debo estar. - soltó en una voz calma, cautelosa y cuando lo fulminé con la mirada, se detuvo inmediatamente en su andar y alzó ambas manos, en gesto de redención. - Junto a ti. Lamento no haberlo entendido ésta mañana. - se disculpó, mirándome con preocupación cuando mis ojos abandonaron su rostro para volverse a enfocar en Tyler. Quería dañarlo. - Déjalo ir. - pidió en voz calma y sólo entonces noté cuánto silencio había de repente: los muchachos habían dejado de gritar y observaban la escena, conteniendo sus respiraciones.

- ¿Porqué haría eso? - inquirí en voz muy profunda, casi gutural, sin apartar la mirada de Tyler que ya estaba inconsciente. - Él intentó matarme y a tu bebé. - le recordé.

Alexandra Petrova: Fin del CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora