Alexandra Petrova: Fin del Camino

43. Hora del Show

El plan era complicado, ajustado y lleno de detalles indispensables. Era probablemente el plan más intricado que alguna vez había tenido que idear, pero la situación lo ameritaba. Tras el bosquejo original de mi idea inicial, Damon y yo nos habíamos dispuesto a analizar detalladamente el plan, ideando cada paso y cada contingencia imaginable. Necesitábamos traer a Stefan de vuelta y no podíamos fallar.

Como todo gran plan, tenía diferentes fases, distintos frentes y un considerable número de personas involucradas; y por supuesto, representaba un gran riesgo y era, en alguna medida, un salto de fe.

- ¿Cuál es el plan, exactamente? – había preguntado impacientemente Jeremy Gilbert, una vez que nos habíamos reunido todos en un salón de clases de Whitmore. La universidad se había convertido rápidamente en nuestro centro de operaciones y un poco de compulsión aquí y allá había sido suficiente para mantener a las personas alejadas del espacio que necesitábamos.

- ¿Grosso modo? – intervino Damon que se había puesto de pie frente al pizarrón como si realmente estuviéramos impartiendo una clase. – Masacrar a los Viajantes, absorber la masacre, – hizo un gesto con sus manos en mi dirección – hacer el hechizo, traer a Stefan de vuelta. – entonces se encogió de hombros, como si fuera pan comido.

Yo entorné los ojos, fastidiada. Ahora que había un plan, una esperanza y una forma de traer de vuelta a su hermano, Damon volvía a su sarcástica e irónica normalidad.

- Mucho más fácil decirlo que hacerlo. – intervine y él hizo un gesto desinteresado para luego dedicarme una sonrisa torcida.

- ¿En detalle? – alzó las cejas Matt, mientras cruzaba sus fornidos brazos sobre su pecho y se recargaba sobre el respaldo de la silla.

Antes de comenzar a explicar los lineamientos del plan que Damon y yo habíamos trazado, me tomé un momento para mirar los rostros a mi alrededor. De izquierda a derecha, Caroline, Elena, Bonnie, Jeremy y Matt miraban con atención, determinados a hacer lo necesario. Había rastros de angustia y de miedo esparcidos en sus miradas, pero sobre todo aquello, había decisión, fortaleza y unidad... no podía evitar sentir admiración por cada uno de ellos. Después de todo, Damon y yo éramos las personas más viejas en aquel salón de clases; y sabía a ciencia cierta que ninguno de los dos había sido tan valiente como aquellos chicos cuando habíamos tenido su misma edad.

Con fe ciega en el grupo que tenía frente a mis ojos, asentí, infundiéndome a mí misma de valor y determinación.

- No voy a mentirles, este es probablemente el plan más inestable que hayamos tenido, porque depende en gran medida de que todos tengamos éxito en nuestra parte del plan. – comencé con gravedad. – Si uno de nosotros falla... las probabilidades de que todo el plan se venga abajo son altísimas. – esbocé una sonrisa nerviosa. – Ahora que eso está aclarado... - me aclaré la garganta, mientras cinco pares de ojos se posaban atentos en los míos. – Primero que nada, necesitamos saber con seguridad el perímetro del hechizo. – mis ojos se posaron sobre Jeremy, a quién le habíamos asignado una tarea por teléfono antes de reunirnos. - ¿Jeremy?

El chico tomó su teléfono, y rápidamente lo configuro con los equipos en el aula para proyectar sobre la pared una imagen del mapa de Mystic Falls, con una circunferencia roja trazada sobre el mismo, delimitando el pueblo.

- Tomé una caminata por Mystic Falls ésta mañana para ver donde desaparecían mis instintos de cazador. – explicó, señalando el mapa sobre la pared.

- ¿Significa que tus bíceps se redujeron y tu cerebro de encogió? – intervino Damon, preguntando a su manera, como podíamos estar seguros de que aquella información era fidedigna.

- Significa que tengo una necesidad fisiológica de asesinar vampiros. Así que, donde te odiaba menos, no había magia. – Jeremy le dedicó una sonrisa sin dientes, cargada de hipocresía a Damon y no pude evitar bufar por lo bajo para esconder una sonrisa.