37. Divide y conquista

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- Prometiste que ibas a quedarte conmigo. - terció Nik cuando le dejé saber que volvía a Mystic Falls.

- Ya se, Nik. - torcí el gesto, contrariada. - Y quiero hacerlo, más que nada. Pero... debo volver. - me encogí de hombros, sintiendo que realmente no tenía otra alternativa.

- ¿Por qué? - insistió, incorporándose molesto y mirándome incrédulo.

- Porque Bonnie me necesita. - respondí honestamente. - Tenemos que averiguar qué es lo que está pasando con el Otro Lado y arreglarlo cuanto antes. - expliqué con gravedad.

Klaus guardó silencio un momento, pensativo. Entonces negó suavemente con la cabeza y me miró, suspicaz.

- Dijiste que no tenías magia. - me miró con los ojos entrecerrados, mientras yo me removía aún entre las sábanas. - ¿Cómo pretendes hacer eso? - yo guardé silencio y desvié la mirada. - Si te atreves a mencionar la Expresión, voy a lanzarte en una celda y voy a mantener prisionera por los próximos años si es necesario. - amenazó en un siseo. Yo abrí la boca incrédula y lo miré.

- ¡Bien! - me quejé incorporándome de golpe. - Encontraré algo que canalizar. - tercié, decidida a ganar aquel debate.

- Alexandra... - soltó entre dientes, frustrado y un poco aterrado.

- No voy a involucrarme con ningún hechizo grande hasta que me sienta lista, ¿de acuerdo? - aseguré por enésima vez, sujetando su mano con calidez. - Y he pasado las últimas veinticuatro horas encerrada en esta habitación contigo. - esbocé una sonrisa diminuta. - Creo que estoy bastante descansada. - hice un mohín. Klaus seguía sin parecer muy convencido de mi postura. - Además... tu bebé va a nacer en cualquier momento. - el ceño de Nik se frunció inmediatamente de preocupación. - Estamos hablando de cada criatura sobrenatural que haya muerto y tenga asuntos pendientes contigo, teniendo la oportunidad de hacerle daño. - Nik me miró contrariado y exhaló con fuerza, presa de la frustración. - No podemos dejar eso pasar.

Sabía que aquel argumento ponía fin a la discusión, así que me incliné hacia adelante para besar sus carnosos labios rosados con intensidad y levantarme de la cama.

Nik había sido bastante insistente en escoltarme hasta el último segundo, cerrando él mismo la puerta del helicóptero. Era como si temiera que en cualquier momento fuera a desplomarme. Pero le había dicho la verdad, me sentía mucho mejor. Más fuerte y recompuesta. Un poco expuesta al no tener ya nada de magia canalizada, pero, definitivamente mucho mejor.

Y justo como Nik había insistido en subirme al helicóptero, Stefan había insistido en ir a buscarme. Cuando el helicóptero aterrizó, el auto de Stefan ya había estado esperando. Era extraño, porque nunca antes había mostrado interés o se había ofrecido para buscarme. Cuando me subí al auto, Stefan me estrechó con ganas y suspiró aliviado. Segunda señal de alarma.

- Me alegra que estés bien. - comentó pues ya le había mencionado brevemente mi aventura en el Otro Lado.

- Lexi dijo que te ama. - entregué el mensaje con una sonrisa cálida en la cara. Stefan rió alegremente. - Y que sigue apostando por Caroline. - le dediqué una mirada significativa y él bufó incrédulo, pero no pudo evitar sonrojarse. - ¿Acaso no eres el más adorable? - lo molesté, pellizcándole la mejilla.

- Detente. - soltó entonces apartando mi mano de su rostro de un manotazo y yo me reí. Él me imitó, pero se notaba a leguas que le costaba trabajo reír. Y aunque aquello no era algo de extrañar en Stefan, podía sentir una especie de pesadez emanando de su energía.

- Entonces... ¿Qué es? - fui directo al grano, mirándolo inquisitivamente.

Stefan se removió incómodo, cerrando sus puños con fuerza sobre el volante del carro aun estacionado.

Alexandra Petrova: Fin del CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora