3. Viaje de Carretera

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- Esto es didículo. - me quejé, mientras Damon colocaba un paño húmedo sobre mi frente por tercera vez aquella mañana. - Es sólo una gripe, ¿porqué siento como si estuviera muriendo?

- Probablemente porque no has tenido una gripe en... siglos. - se burló y me dedicó una sonrisa lastimera.

Había transcurrido una semana ya y con cada día que pasaba, odiaba mi vida como humana un poco más. Pero los último tres días, cuando había caído en cama con fiebre, dolores en el cuerpo y malestar general habían sido los más patéticos. Damon se había dedicado a cuidarme. Me había alimentado y había hecho el intento de subirme el ánimo cada vez que podía. Incluso se había quedado a dormir conmigo las últimas noches y tenía que admitir que había dormido mucho mejor en su compañía. Al menos las pesadillas no me habían molestado.

Lo había oído hablar con Klaus a escondidas un par de veces, usualmente después de la llamada diaria que me hacía Nik. Era la dinámica más extraña que había vivido jamás pero no tenía alternativa. Debía al menos recuperarme en salud antes de comenzar a explorar opciones para poder protegerme a mi misma.

Tenía una idea pero, Bonnie tendría que ayudarme. Y Bonnie, según me había dicho Jeremy, seguía de viaje por el Gran Cañón. Así que esperaba estar recuperada del todo cuando la bruja volviera.

Damon se había asegurado de que Katherine y yo nos mantuviéramos en extremos separados de la casa, que no nos cruzáramos en lo más mínimo. Y cuando había fallado en su misión, había tenido que interponerse en medio de una pelea de gatas. Seguía furiosa pero, al menos había logrado que me temiera y ahora intencionalmente me evitara. A veces había que ver el vaso medio lleno para no perder la cordura.

Solía levantarme temprano para desayunar con Jeremy, antes de que partiera a la escuela y Matt había venido un par de veces a visitarme y me había contado un poco sobre su viaje por Europa con Rebekah, que había ocurrido durante el verano y del que no había tenido ni la más mínima idea. Ahora Rebekah finalmente había sucumbido ante su familia y había partido a New Orleans.

Tal parecía que todos habían tenido el verano de sus vidas... mientras yo había estado pudriéndome en un psiquiátrico. A veces eso me molestaba, a veces me alegraba... todo dependía del día. Pero cada día, sin falta, me preguntaba por Stefan y su paradero... y temía la respuesta.

Estaba segura de que fuera lo que fuera que hubiera pasado... no podía ser bueno. Podía estar prisionero, atrapado o simplemente muerto. Rezaba con lágrimas en mis ojos porque no fuera lo último. Así que cuando el teléfono de Damon sonó y era una llamada de la Sheriff Forbes, me incorporé de golpe en la cama, ignorando todo el malestar que experimentaba.

- ¿Lo encontraron? - exclamó Damon y yo me levanté y comencé a colocarme los zapatos aunque mis dientes castañeaban. Él negó con la cabeza y yo le enseñé el dedo medio, dejándole claro que no había forma de que no lo acompañara. Damon chasqueó la lengua en señal de frustración pero finalmente me indicó que lo siguiera con un gesto de la cabeza. - Voy en camino.

Lucía espantosa: llevaba puesta una camiseta de Damon, debajo de un suéter con capucha, un pantalón deportivo y zapatillas. Mi cabello estaba enredado en un moño, oculto debajo de la capucha; mis ojos estaban llorosos por la fiebre y mi nariz goteaba constantemente pero nada de eso había importado ante la posibilidad de haber encontrado a Stefan.

- ¿Lo encontraron? - inquirí ansiosa, cuando Damon puso el auto en marcha. La brisa fría lastimaba mis mejillas por lo que tiré de los cordones de la capucha y la cerré sobre mi cara tanto como pude.

- Liz no está segura pero... - Damon ladeó la cabeza. - quería que estuviera allá por si acaso.

Damon no manejó mucho más rápido de lo que acostumbraba a manejar y sin embargo, en cada curva tenía que sujetarme con fuerza del asiento porque sentía una sensación apremiante en el estómago, como si el té que había bebido en la mañana fuera a salir expulsado por mi boca en cualquier instante.

Alexandra Petrova: Fin del CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora