39. Espíritus Afínes

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Habíamos perdido a Tyler... y en vista de que Tyler no era precisamente mi persona favorita, era desconcertante cuanto me había descolocado aquella realización.

Quizás había sido la expresión indiferente de Julian o las gruesas lágrimas silenciosas que habían brotado de los ojos azules de Matt, pero no pude evitar ser sorprendida por el aplastante peso que sentí en el pecho. Tyler había muerto gritando y asustado por no saber que ocurría. Nadie merecía irse así.

Julian comenzó a hablar, pero no podía entender las palabras que salían de su boca. Así que, por pura inercia, tomé una jeringa cargada de verbena, la inyecté en su cuello y sólo para estar segura, también lo rompí. El crujido que realizó su cuello al quebrarse se sintió distante, como si lo hubiera hecho a través de un vidrio o algo por el estilo, lo que era imposible.

Ni siquiera miré los ojos tristes y confundidos de Matt cuando salí de la celda y me dirigí a la sala, arrastrando los pies, sintiéndome de pronto muy muy cansada. La noche había caído ya y el silencio reinaba en la casa Salvatore. Así que cuando me dirigí a la alacena personal de Damon, tomé una de sus mejores botellas de bourbon y me senté junto al fuego de la chimenea, me quedé sola con mis pensamientos. Que no eran demasiado agradables en aquel momento.

Era un fallo absoluto. Últimamente, la lista de cosas en las que había tenido éxito era alarmantemente corta. No podía evitar sentir que sin importar lo mucho que lo intentara, siempre terminaba fallando en algo, y usualmente alguien terminaba muerto. Un corrientazo recorrió mi espalda cuando no pude evitar preguntarme que hubiera sucedido si no hubiese podido salvar a Hayley y a su bebé. Al menos había logrado aquello. Pero había tomado tanto de mí...

No paso mucho tiempo antes de que Matt subiera a la sala a buscarme.

- ¿Qué acaba de pasar? - quiso saber y parecía molesto, aunque sabía que su molestia no era conmigo.

- Lo siento, Matt. - me encogí de hombros sin mirarlo realmente, tenía la mirada perdida en el fuego. - Tyler se ha ido. - lamenté, dando un respingo.

- ¿Qué quieres decir con que se ha ido? - exigió entonces, dejando entrever su desespero. - ¡Tiene que haber algo que podamos hacer! - casi chilló.

- No que yo sepa, Matty. - negué con la cabeza y lo miré directo a los ojos para que supiera que hablaba en serio. - Su cuerpo está ahí pero su espíritu... - me encogí de hombros, sin saber realmente que decirle. - Aunque tuviéramos el cuchillo de los Viajantes, no serviría para nada. Sólo sería un cuerpo sin substancia. - Matt cerró los puños con fuerza a sus costados, impotente. - Tyler se ha ido y yo no sé como traerlo de vuelta. Lo lamento. - sentí mi garganta cerrarse al final.

Matt se quedó en silencio, mirando al vacío por bastante tiempo, mientras procesaba todo lo que aquella situación representaba. Después de todo, Tyler era su mejor amigo. Y aunque yo había perdido a Lexi, no podía imaginar mi vida sin Stefan. Quizás se debía a las condiciones en las que había perdido a Lexi; no lo había vivido precisamente. Sólo había sido una noticia vieja que me había sido entregada demasiado tarde. Pero sólo imaginar que algo le sucediera a Stefan... probablemente perdería la cabeza.

- Quizás Bonnie pueda encontrar algo... - alzó entonces la cabeza el rubio y me sobresaltó, pues había estado tan ensimismada en mis propios pensamientos que casi había olvidado su presencia.

- Si... quizás... - no tenía en mi corazón lo que se necesitaba para seguirle negando la posibilidad de que Tyler estuviera bien.

- Si... - Matt sorbió por la nariz, se secó las lágrimas con el dorso de la mano y se irguió. - Voy a encontrarme con Bonnie y Jeremy, para idear un plan... - tentó, aunque no sonaba muy convencido por sus propias palabras. La esperanza era algo realmente maravilloso. - ¿Vas a estar bien? - quiso saber, fijándose en como le daba un sorbo profundo a la botella.

Alexandra Petrova: Fin del CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora