Cuando mis ojos se volvieron a abrir, me encontré a mí misma tendida en un sofá, con una manta cubriendo mi cuerpo.
- Bien, estás despierta. - soltó la voz de Marcel y me incorporé de golpe, recordando lo que había ocurrido e intentando ubicarlo con frenesí. - Comenzaba a preocuparme. - estaba sentado apacible en una silla, con los brazos y las piernas cruzadas.
- ¿Qué ocurrió? - musité, frotándome los ojos.
- Hiciste enojar a Davina. - se encogió de hombros, como si no fuera gran cosa. - Ya sabes cómo son los adolescentes.
- ¿Qué me hizo? - temí y me incorporé, revisando mi cuerpo, desconfiada.
- Nada. - tranquilizó. - ¿Estás despierta, no? - entonces me dedicó una mirada inquisitiva y yo lo fulminé con la mirada. Tenía razón. Había despertado y me sentía bien.
- ¿Cuánto tiempo estuve fuera? - inquirí, descubriendo a través de una ventana alta, que la noche había caído ya.
- Sólo un par de horas, el tiempo que me tardé en ir a buscarte. - se volvió a encoger de hombros, como si no tuviera nada de que preocuparme, ni me hubiera perdido nada de interés.
- ¿Y dónde estoy ahora? - refunfuñé, notando que mi bolso estaba junto a Marcel, en el suelo.
- En mi casa. - respondió la voz de una mujer desde mis espaldas y me volví de golpe, para toparme con una morena bastante guapa de labios pronunciados pintados de rojo intenso. Tenía ojos oscuros, pestañas gruesas y mirada intrigante; su cabello era una mata de rulos negros, que constituía un abundante afro.
- Conoce a Sabine. - introdujo Marcel con un gesto de la mano. - Ella es la bruja que va a ayudarte con tu... cosa. - soltó, como si no terminara de comprender lo que intentaba hacer.
- Hola. Soy Alexandra. - saludé y le tendí la mano. - Muchas gracias por hacer esto. - agradecí pero la bruja se limitó a ver mi mano como si fuera un bicho raro y luego me miró directo a los ojos.
- No tuve alternativa. - espetó con cierto desagrado y le dedicó una mirada desagradable a Marcel.
- Vamos, Sab. - se incorporó Marcel y esbozó una sonrisa radiante. - No hay necesidad de ser grosera con la chica.
La mujer se volvió para enfrentarlo con cara de pocos amigos.
- Las brujas van a enfadarse conmigo si se enteran. - espetó en su susurro, como si temiera que alguien pudiera escucharla. - Pensarán que estoy haciendo tregua con el enemigo.
Marcel la miró de arriba abajo y exhibió una sonrisa salvaje, como un latigazo.
- Y lo estás haciendo. - le contestó y le palmeó el brazo. - Las dejaré solas para que hablen, organicen un horario o lo que sea. Recuerda que ella es quién está autorizada, Sabine. Odiaría tener que castigarte.- dijo, mientras se alejaba de espaldas y hacia una mueca. - ¿Confío en que tienes dinero para un hotel? - inquirió mirándome con las cejas alzadas y yo asentí, brevemente. - Bien. Buena suerte entonces. - soltó entonces y me dedicó una mirada significativa. Comprendí que aquello daba por terminado nuestro acuerdo y su favor.
- Gracias, Marcel. - agradecí genuinamente. - Por enviar a tus hombres a buscarme y por esto. - recordé y él se limitó a dedicarme un asentimiento de cabeza breve, una sonrisa torcida y desapareció. Me volví hacia Sabine, que me miraba con escepticismo. - Entiendo que probablemente no estés haciendo esto por voluntad propia pero aún así te lo agradezco y prometo que no seré una molestia. - solté casi demasiado rápido. - O al menos eso intentaré. - hice un mohín.
- Sé quién eres. - soltó ella, mirándome directamente a los ojos. - Eres la novia del híbrido... o al menos eso eras la última vez que estuviste en ésta ciudad. - entrecerró los ojos con curiosidad y ladeó la cabeza. - Eras uno de ellos. - señaló con la cabeza hacia el lugar por donde Marcel había desaparecido. - ¿Cómo es que eres una de nosotras ahora?
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Alexandra Petrova: Fin del Camino
FanficAlexandra estaba lista para dejar Mystic Falls pero... nunca es tan fácil ¿o sí? Cuando un gran giro inesperado pone de cabeza su mundo, Alexandra no tiene otra alternativa más que adaptarse y valerse de su pasado para enfrentar su presente y asegur...