16. Ding-dong... ¿Adivina quién?

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- ¿Qué demonios hace ella aquí? - escupió Rebekah con asco casi tangible cuando Elijah irrumpió en la casa con Sophie Deveraux a su lado.

Hayley había recobrado la consciencia, pero los antipiréticos y las toallas con agua fría no estaban haciendo nada por su condición. La fiebre se mantenía estable, constante, e inalterable... aún cuando le habíamos quitado toda la ropa y la habíamos envuelto en una toalla húmeda.

La bruja de pequeña estatura, tampoco lucía en su mejor momento. Parecía cansada y como si estuviera enferma. Dió un suspiro resignado, como si no hubiera esperado otra reacción de parte de la Original.

- Intento ayudar.

- ¡¿Ayudar?! - chilló Rebekah indignada y furiosa. - ¡Tú eres la razón de que estemos en éste maldito desastre! - acusó y dió un paso hacia Sophie y conocía a Rebekah lo suficiente para saber que estaba a escasos minutos de atacarla.

- Déjala hacer lo que pueda, Rebekah. - intervino Elijah, severo, que conocía a su hermana tanto o más que yo.

Rebekah le lanzó una mirada asesina a Elijah, pero no objetó nada más. La fuerza de la autoridad de Elijah era realmente sorprendente algunas veces.

- Tenemos que llevarla a la piscina. - indicó entonces Sophie, mientras se despojaba de la chaqueta que traía puesta y la arrojaba sobre el respaldo de una silla. - Sé cómo disminuir la fiebre. - cuando miró a su alrededor y notó que nadie hacía nada, urgió: - ¡Rápido!

Elijah fue el primero en reaccionar y con agilidad y mucha delicadeza, levantó a Hayley en brazos, que apenas parecía consciente ya.

- ¿Dónde está Nik? - le pregunté a Elijah, mientras salíamos al exterior, a la noche iluminada por la luz de la luna.

- Buscando a la bruja responsable de ésto. - respondió Elijah, mientras maniobraba a Hayley con cuidado para evitar que golpeara la cabeza con una estatua del jardín. Su voz escurría un odio profundo, y también un miedo terrible. Estaba temblando, bajo sus ropas elegantes, que ahora estaban empapadas por la humedad de la toalla que cubría a Hayley. Y no era común ver a Elijah Mikaelson temblar.

- Métela en el agua. - indicó Sophie y luego se volvió hacia Rebekah. - Voy a necesitar una lista de hierbas.

Mientras Sophie le indicaba a Rebekah las hierbas que necesitaba y Rebekah escuchaba a regañadientes, yo salté al interior de la piscina, para ayudar a Elijah. Con cuidado, Elijah se arrodilló junto al borde del agua y depositó a Hayley entre mis brazos; al menos en el agua podía con ella. Noté que la chica seguía hirviendo, mientras Elijah saltaba al agua y volvía a tomarla de entre mis brazos.

La estrechó contra su pecho con desespero y lágrimas acumuladas en sus ojos... y sólo entonces me dí cuenta. Elijah no sólo estaba angustiado porque la vida de su sobrina estaba en peligro... estaba angustiado por Hayley. Aquella chica le importaba más de lo que yo había si quiera podido imaginar hasta entonces.

Cuándo repentinamente Hayley soltó un alarido de dolor y comenzó a retorcerse entre los brazos de Elijah, me puse en movimiento.

- ¡No puedo respirar! - chilló, aferrándose desesperada a la camisa de Elijah, mientras yo salía de la piscina y corría hasta Sophie y Rebekah.

- ¡¿Qué le está pasando?! - exigí saber, sujetando a Sophie del brazo con vehemencia.

- Es un objeto oscuro. - explicó, con expresión grave. - Se llama la Aguja del Arrepentimiento. Su función es aumentar la temperatura en el útero hasta matar a un bebé. - mi gesto se deformó en una mueca de horror y desconcierto. - Agnes me atacó con ella, y por eso Hayley lo está padeciendo.

Alexandra Petrova: Fin del CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora